sábado, 16 de marzo de 2013

El cordero del sacrificio



Hacia finales del 2010 voté por Susana Villarán para que fuese la nueva Alcaldesa de Lima por los siguientes 04 años. Confiaba en su propuesta de gobierno municipal, la veía como una figura carismática y creía en sus competencias personales. Pensaba que la experiencia ganada tras su paso como Ministra de la Mujer durante el gobierno del ya fallecido Presidente Valentín Paniagua sería un caudal fundamental que la habría ayudado a conducir Lima mejor de lo que ya lo habían hecho sus antecesores. Hoy estoy más que convencido que el día de mañana, en que se nos ha llamado a todos los ciudadanos a consulta popular de revocatoria de su mandato y de otras autoridades ediles, Susana Villarán debe dejar el cargo, dar un paso al costado y permitir que Lima sí avance.

Pese a la ineficiente administración que ha conducido a lo largo de estos poco más de 02 años frente a la Municipalidad de Lima, Susana Villarán no me cae mal. Pero tampoco bien. Se ha convertido para mí en una de esas figuras políticas sin ton ni son, que simplemente están desempeñando labores en un cargo y que esperan culminarlas para regresar a su casa, con tranquilidad y sin problemas. Definitivamente me caía mejor cuando voté por ella en el 2010. Por aquel entonces era impensable votar por la siempre inefable Lourdes Flores Nano, su piscina fresca en su lujosa mansión y su padre majadero. Este trinomio bastaba para no darle mi voto a esta buena señora pequeño-burguesa.

Digo que voy a votar por el SI, para que sea revocada, pero lo hago con un poco de vergüenza, he de confesarlo. Vergüenza porque la opción del SI no está representada por notables figuras del mundo del arte o de la política. En este sentido el SI es huérfano de encumbradas personalidades que con su sola figura respalden y ennoblezcan esta opción. Al contrario, apoyan el SI gentes de la política más lumpen que jamás se haya podido ver. Empezando por el adalid de la revocatoria, Marco Tulio Gutiérrez, que simplemente es un imbécil, pasando luego por los apristas hasta llegar al cerebro de toda esta operación, el ex alcalde Luis Castañeda Lossio. Castañeda ciertamente "se la juró" a Villarán el día que ésta decidió perder más de un año de gobierno municipal investigando su pasada gestión, salpicada de no pocos hechos turbios. Todo esto nos ha podido demostrar a la larga que, en política, los amigos que no ganas hoy son los enemigos que temerás mañana.

En medio de todo este proceso electoral, que se viene cocinando desde pocos meses después del triunfo de Villarán y su acceso al sillón municipal, optar por el NO se ha vuelto la obsesión-compulsión de muchos ciudadanos desinformados, que se han suscrito al NO simplemente porque las grandes personalidades de las que hablaba líneas atrás se hayan entre las filas de esta alternativa electoral. Así, no es solamente políticamente correcto sino incluso snob decir que se vota por el NO sin saber muy bien cuáles son las implicancias de mantener hasta el término de su mandato a la actual alcaldesa y su equipo de... ¿trabajo? ¡Claro¡ ¿Si Pérez de Cuéllar, Vargas Llosa o Szyszlo dicen que NO entonces quién soy yo para optar por lo contrario? A esto se suma que decir que NO es presuntamente estar consciente de que el trabajo de Villarán que si bien no ha contado con un considerable o siquiera mínimo refrendo material -obras tangibles- en su favor puede decir que ha establecido políticas municipales orientadas al crecimiento del capital simbólico ciudadano y mil paparruchadas más. En su figura opuesta, vota por el SI aquel que se ha visto necesitado de escaleras para acceder a su vivienda ubicada en algún cerro del Rimac o el que no ha visto debidamente abastecido su comedor popular y entonces ha pasado hambre. O aquel que no encontró correctamente equipado su Hospital de la Solidaridad. Así, decir que SI o decir que NO, más allá de generar diferencias políticas, dota de una cierta marca de clase que unos más, unos menos, están dispuestos a asumir sin prejuicio.

Me parece sorprendente que la animosidad de los revocadores haya llegado tan lejos. Hace un año pensé que esta movida en verdad no habría conseguido sus fines. Hoy, con alguna consternación, veo que el que la sigue la consigue, y esto se aplica con más fuerza en política, donde todo vale y donde, como decía un profesor mío de Sociología de la San Marcos, no se puede hacer política predicando el sermón de la montaña de Jesucristo. Pese a todo, y ya que se nos llama a consulta popular, votaré por el SI. Pero como que voto por el SI también podría votar por el NO, evidentemente. El hecho que me termina de convencer a optar por el SI es la magnitud que esto tendría, al sentar un importantísimo precedente de la vigilancia y poder ciudadanos. Sería la primera gran autoridad peruana -y para este preciso caso, limeña- que se conseguiría revocar. El mensaje de fondo que se lanzaría altertaría a toda la clase política, añeja tanto corrupta como ineficiente, a trabajar con mayor compromiso por la sociedad que representa. El juez injusto, el alcalde abusivo o el congresista paria saben que pueden hacer lo que quieran porque nadie los va a mover jamás de su sitio. No solamente contemplamos la ejecución de prácticas atroces de ineficiencia y corrupción sino que nos vemos impotentes de hacer algo por extirparlas, porque la sola voz de un ciudadano que se queja ante un alcalde por una decisión abusiva no basta para hacerle ver que debe su sueldo a la contribución tributaria de su comuna y que por tanto debe respeto y debida escucha al vecino.

La actual situación de revocatoria se perfila como una estupenda oportunidad para sentar este precedente del cual vengo hablando. Si bien es cierto que han podido haber peores alcaldes que Villarán, lamentablemente a ella le tocó entrar en jaque y así se convierte en el perfecto cordero del sacrificio para emprender algo todavía más importante: la vigilancia ciudadana con poder ejecutorio. Más allá de querer ser más papistas que el papa, optar por la revocatoria es mil veces más que arañarse por los miles de millones que el erario pierde. Estos igualmente los pierde día a día, mes a mes y año tras año con la ineficiencia y corrupción de sus innumerables autoridades, las que impiden un mayor crecimiento exponencial de nuestra ciudad capital, y en líneas generales, del Estado peruano.