domingo, 29 de mayo de 2011

La Tigresa del Oriente

Dame un besito
y luego un abracito...
Tendrás amor
y serás muy feliz.


Gracias a Youtube y a que hoy por hoy miles de personas tienen acceso a una computadora con conexión a Internet es que se puede tener una idea más clara (o al menos una idea) de quién es la Tigresa del Oriente, de su presunto talento para el canto y de su condición de figura representativa de parte de lo que es el Perú o de mucho de lo que son los peruanos.

Para empezar es necesario apuntar que la Tigresa del Oriente es la manifestación más exacerbada del mal gusto y de la carencia del sentido clásico de cualquier noción de lo que es arte. A esto es de sumar que, efectivamente, esta mujer no cuenta ni tan siquiera con las cualidades vocales mínimas que podrían calificarla de buena cantante o poseedora de una voz (ni digo un portento de voz, tan solo digo voz). Más allá de esto, la Tigresa del Oriente es la representación viviente de un clamor popular por querer exportar un cierto tipo de peruanidad basada en la improvisación de las cosas que, siendo grotesca y exótica, termina por convertirse en una fórmula exitosa, justo porque apela a conceptos no clásicos de la producción de un canon estético que porta consigo una etiqueta de exuberancia tropical que se tiene por propia de nuestro continente.

Así es como nace la Tigresa del Oriente y sus infames hits, los cuales alcanzan inesperados números de visitas por la web. A lo mejor y no todos son admiradores de esta imposible artista sino que en su buena mayoría son estudiosos del arte y la música que buscan comprender uno de tantos paradigmas bastardos de la producción estético musical.
No siendo poco lo anteriormente anotado como para fijar la certeza de que no estamos ante una artista, es de decir que esta buena señora cuenta con una imaginación caudalosa que la lleva a componer (si es que para el presente caso podemos emplear este término) una canción dedicada al país de Israel. No teniendo la más mínima idea de cómo es este país, nuestra jamás-artista se lanza a la aventura de musicalizar unas cuantas frases simplonas que en ningún momento describen a Israel. Es claro que a nadie se le impide dar rienda suelta a su imaginación. Si por ejemplo Agustín Lara le compuso una canción a la seductora Granada española, porqué no esta señora podría esbozar tres frases mamarrachentas honorando al país de David.

Aún con todo, la Tigresa del Oriente tiene éxito y aquellos con un obtuso sentido del arte alegan que si lo tiene es porque gusta, y si gusta es porque su "arte" es bueno. En todo hay también una importante cuestión de fondo: se califica de bueno lo que hace cuando se está desprovisto de las más mínimas nociones de lo que es arte y del mensaje que el mismo debería transmitir, de su compromiso intrínseco de formación del espíritu humano y de su acendrado rol en la ampliación de sus fronteras hacia una libertad que encamine al hombre hacia un encuentro con la condición inconmensurable de la vida. Si en el más fantástico de los casos pudiéramos justificar un trabajo "artístico" como el de la Tigresa del Oriente, definitivamente toda posterior defensa del mismo quedaría de hecho anulada al considerar que su "música" no porta ni mucho menos transmite un mensaje que tomar para la reflexión. ¡No hay nada!

Después de esto, no se vaya a creer que le tengo algún tipo de animadversión a esta mujer. Es solo que intento entender dónde radica su escandaloso éxito, el mismo que alcanza eco en muchos países de Latinoamérica. La invitan a numerosos programas televisivos a que "cante". Ella accede y cree en un talento que lamentablemente no tiene. Y si tiene uno es el de saber condensar y exponer esa condición de la peruanidad que referí al inicio de este artículo y darla a conocer al mundo: la improvisación de las cosas (en este caso de algo que quiere ser arte) que nace de contar con limitados recursos teórico-prácticos de lo que es la composición musical en su forma y fondo.

Cada quien es libre de hacer lo que quiera hacer siempre que con ello no le haga daño a nadie. Siendo piadosos ésta podría ser la más acabada de las alternativas que esta mujer que se hace llamar la Tigresa del Oriente tiene de aproximarse a uno de sus más preciados sueños de vida que de seguro la adversidad no permitió cristalizar y que solamente de esta forma puede reconciliarla consigo mismo, con un sueño y proyecto de vida alguna vez concebido. Recurriendo a esta alternativa se estaría redimiendo de una pesada carga personal y saldando la propias cuentas personales. Quizá una premura como ésta se hace más marcada cuanto más nos acercamos al ocaso de nuestros días y nos preguntamos qué hicimos con los años de nuestra vida. Si es así, entonces y por supuesto que es válido que uno, una noche, interrumpa sus quehaceres cotidianos y se disponga a iniciar una gran revolución personal por más que la misma ya no encuentre espacio en una agenda de vida que ya cuenta sus últimas páginas.