lunes, 25 de abril de 2011

Una ola... Mil olas...



El mar tiene para nosotros muchas olas,
olas que podemos apreciar mejor o no
de acuerdo a la hora del día.

Desde la playa contemplamos sus olas
y tenemos que esperar la más propicia
para así poder entrar.
No podemos entrar al mar
con cualquier ola. Hacerlo es
algo insensato, ciertamente.

Y la hora del día... Juega mucho
en todo esto. De noche todo puede
ser más romántico, más íntimo
y entonces lo podemos creer bello.
Pero el día, aunque menos estético,
tiene algo que a la noche
en definitiva le faltará siempre: luz.
Esa luz que te deja ver
y te presenta las olas tal cual son.

¿Iremos casi a ciegas al encuentro
del mar y sus olas?
Veamos, pues... Si entramos así
nos podríamos ahogar...