jueves, 30 de diciembre de 2010

Melodía de clarín




Se va el 2010 y con él el segundo año de El áureo clarín del verbo. Definitivamente espero seguir contando con lucidez, imaginación y buena voluntad para seguir posteando durando el 2011. Este año -y con el presente- llego a una cifra de 30 posts, menor a la del pasado año 2010 que escribiera 42. Menciono esto no porque se trate de escribir por escribir, aunque indudablemente la idea es hacerlo constantemente y hablando o comentando de manera inteligente y fluida sobre diversas cosas: personas, personajes, situaciones sociales, temas de interés, etc.
Mi blog también este año ha sido en ciertas ocasiones una suerte de diario personal en el que he dejado correr líneas que expresaran mis estados de ánimo y sentimientos. No veo nada malo en ello. Es sin lugar a dudas una de las mejores ayudas que tengo a la hora de sublimar algunos hechos muy particulares que solamente a mí me acontecen. Sin embargo, este año no me he valido tantas veces del blog para escribir mis sucesos personales, como sí lo hiciera el año pasado. Eso no quiere decir que el 2010 haya sido un año menos dramático en el sentido teatral de la palabra. Así, creo que haya sido el silencio mi mejor aliado a la hora de sentarme a reflexionar mis asuntos personales. Por semanas no he posteado con la frecuencia de siempre, y es que a veces -si no falta la inspiración o el tema para escribir- puede faltar la buena voluntad para hacerlo.
Durante el 2010 los temas de mis posts han sido diversos, desde haber escrito unos en los que hablaba de Claire Riveau y la fascinación que produce en mí, pasando por Lady Gaga y Vargas Llosa y su premio Nóbel hasta seguir compartiendo mi deleite por la ópera romántica, comentando piezas de Verdi y Puccini. En este sentido, El áureo clarín del verbo se ha perfilado como un blog que procura cubrir una rica y variada gama de temas y de contenidos a los cuales soy afecto y que con el mayor de los gustos me mueven a escribir. La aventura de sentarme frente a la computadora y pasar horas de horas volviendo líneas cada una de las ideas y los pensamientos que pasan por mi cabeza es fabulosa, única.
Así, y a modo de presentar una síntesis de los posts publicados este año, a continuación enlisto el título de los mismos clasificándolos de la siguiente manera:
Ópera.-
- La esperanza cifrada en un nombre.
- El rey ríe y el bufón llora.
- La pluma al viento.
- La condición hacia el perjuicio.

Todos ellos comentando la ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi, y de esta forma retomando un trabajo monográfico que presentara para un curso cuando frecuentaba la universidad.
- El vuelo de la mariposa.
- El canto de un ave.
- La música de los sentimientos.
Tres posts inspirados en las 03 más grandes óperas que compusiera Giacomo Puccini: Madame Butterfly, Tosca y La Bohéme. Composiciones telúricas en mi apreciación personal, que Puccini consiguió legar a la posteridad y que definitivamnte pueden llegar a conmover hasta las lágrimas al espectador y buen oyente.

Literatura y crítica literaria.-

- En la llanura venezolana una raza buena ama, sufre y espera.
- La novela de la tierra.
- La búsqueda de la identidad americana en Doña Bárbara de Rómulo Gallegos.

Estos post contienen extractos de un ensayo presentado también en mis tiempos de estudiante universitario de la San Marcos y retoman algunas ideas sobre la monumental obra del escritor venezolano.

- Vargas Llosa, premio Nóbel de Literatura 2010.

Sin lugar a dudas un post que celebra que el más alto exponente de nuestra literatura peruana haya recibido el más codiciado galardón de las letras universales. En medio de ese júbilo rememoro aquellos días de mi adolescencia en que sus libros, junto a los de García Márquez, Flaubert, Goethe, Isaacs y otros hacían la delicia de mis días.

Música pop.-

- Bad girl.

El post en el que sin vergüenza me declaro admirador de Lady Gaga y confieso cuánto me deslumbra la locura que corre por su cabeza y que solamente ella sabe materializar en letras de canciones, en melodías de canciones y en vestuarios estrambóticos y escenografías rutilantes.

Arte y crítica.-

- Nada apaga mi noche.
- Algo enciende mi día.
- Por el arte.

Y sí, pues... Le sigo los pasos al arte, pero no solamente desde la perspectiva del admirador del talento innato que otras personas tienen para expresar en líneas, tonos, colores, matices y demás formas las imágenes y conceptos que tienen en la cabeza. También para interpelar la forma como el común denominador puede acceder al mismo y las limitaciones personales que no solamente puedan tener, sino la voluntad del artista de querer socializar lo que ve y dibuja o grafica. Soy un convencido de que el arte emancipa, y de que el artista debe cumplir un rol pedagógico en esta sociedad a fin de que haya menos gente sometida a convencionalismos sociales y poderes políticos que le permita ser feliz.

Televisión y cine.-

- Claire Riveau.
- ¿Qué pasó con Baby Jane?

El primer post, para conocer más de cerca los fantasmas que atormentan a Claire Riveau, personaje de la telenovela Isabella, mujer enamorada, protagonizada por la actriz mexicana Ana Colchero, de cuya belleza me enamoré. Además de esto, el personaje de Claire Riveau, antagónico de su hermana gemela Isabella me cautiva por ser uno muy bien actuado y con bastante carga teatral, dramática.
El segundo post, para horrorizarme ante los merecidos abusos que la veterana baby Jane descarga sobre su hermana Blanche. Otra de las tantas ironías del destino que llegamos a conocer ya sea a través de un libro, una canción, un cuadro o una película.
Sociología.-

- El deseo de Dios.

Y con este post se responde la siguiente pregunta: ¿quién ha dicho que aquellos que se consagran a una vida religiosa o de contemplación de la divinidad no gozan? Dios puede hacerse tanto o más deseable como un mortal cualquiera, y allá, en las iglesias, claustros y abadías hay miles de hombres y mujeres que tienen una experiencia sensorial tan rica como la que en este post se busca comentar. Así, Dios se hace deseable...

Reflexión varia.-

- La rosa roja... ¿y bella?
- Para que el clarín del verbo se mantenga áureo.
- ¿Y por qué no recordar a tu enemigo?
- Hizo lo mejor que podía.
- ¡Enciéndeme la luz que no me quiero quedar a oscuras porque tengo miedo!

Disquisiciones filosóficas que surgen en torno a la reflexión que puede generar la contemplación de una rosa, el esfuerzo de mantener amable la melodía de este clarín, la evocación del pasado y sus lóbregos protagonistas. Buscando entender -sin prejuicios- la vida de otros y confesando algo más que mi miedo a la oscuridad y la soledad.

La historia de mi vida.-

- El valor de la amistad.
- No sé si es amor, ¡pero se le parece tanto!
- Yo amo a mi mami.
- Un espléndido jardín.
- Los amigos que gané.

Simplemente puedo decir que ahí estoy yo. En la líneas de todos estos posts se sabe más de mí y de la historia de mi vida, que es la historia de todas las personas que han intervenido en ella.

Otros.-

- Acuario.

Y este post para -ayudándome del horóscopo y en el cual creo cada vez menos- bocetear cómo soy, mi carácter, mis emociones, mis puntos débiles. Podría considerarse este post dentro del grupo anterior, pero prefiero separarlo.
Con este último artículo cierro el 2010, sin dudar por un instante que espero que el 2011 siga dándome qué pensar para escribir. Ya me asalta la curiosidad de saber qué cosas nuevas estaré por vivir y quiénes llegarán a mi vida para protagonizar conmigo nuevos relatos de esta historia personal que solamente a mí me ha pasado pero que no me pertenece de manera exclusiva.

¡Feliz año nuevo!

sábado, 11 de diciembre de 2010

Un espléndido jardín


A ti...
Sabes muy bien que estas líneas te pertenecen...


En algún punto de la tierra se extendía un jardín, hermoso como pocos antes vistos, que reunía los más diversos tipos de flores con texturas suaves al contacto de la piel y de aromas amables, gentiles y cautivantes. Era en efecto un espléndido jardín. Lo era no solamente por sus más diversas flores -la mejor carta de presentación de este jardín y así su mayor virtud- sino también por el poder reconfortante de las propiedades internas (interiores) de aquellas. De verdad era un bello y buen jardín, y en ese punto de la tierra en el cual se extendía era visto por los ojos de los demás como un espacio puro y en el que se quería estar.

Cierto día, viendo Dios la belleza y bondad de este jardín, decidió encomendarle el cuidado del mismo a un jardinero solitario, de ojos negros y entonces tristes. Este joven jardinero era aún novato en su oficio, pero se notaba que tenía mucho afán, mucho esmero por mejorar y ser más diestro. Ante la proposición de Dios no dudó ni un segundo en optar por hacerse cargo del jardín y cuidar de él. El joven y solitario jardinero ya no estaría solo sino que podría con devoción atender el espléndido jardín, del cual no tardó en enamorarse considerando las cualidades maravillosas del mismo. Y así, un día de verano, un día 20 empezó con su tarea. Éran entonces el jardinero y ese magnífico jardín... Ambos tenían la oportunidad de consagrarse el uno al otro, y la experiencia de hacerlo también era bella.

El joven jardinero, que tiempo atrás se quejaba de su soledad, ahora se acompañaba con el jardín durante buena parte de las horas de los días de sus semanas, y era feliz, pero no lo sabía del todo como sí llegó a saberlo tiempo después cuando las cosas cambiaron y no hubo más jardín ni más jardinero que protagonizaran este relato. Y es que algunos excesos de sensibilidad de parte del joven jardinero causaron, poco a poco, que el jardín perdiera magnificencia... Sus flores, algunas de ellas y sin que se notara, empezaban a marchitarse por esta debilidad del joven jardinero.
Quien escribe estas líneas no deja de lamentar que el pobre no haya podido ser más constante y convencido de ciertas cosas que éran fundamentales para continuar aportando a la belleza de este jardín...

Pasó que un día el joven jardinero empezó a dudar sobre si era este jardín el más adecuado o no para él, y en reiteradas ocasiones iba donde Dios a preguntarle si le había dado el jardín adecuado que cuidar. Dios le decía que sí, a la vez que le aconsejaba esforzarse por disipar las dudas y los temores: "Hijo, si esas dudas y esos temores no cesan podrías hacer que el jardín y sus flores se marchiten... ¿Es que acaso quieres eso?", y el joven jardinero se marchaba de la presencia de Dios pensando "Sé que quiero, que amo este jardín, pero a veces siento también que no me da del todo cuanto tiene... ¿Debo pedirle más?". Y así, el joven jardinero se debatía entre cuánto quería y amaba el espléndido jardín y cómo hacer para que esas dudas y temores -infundados- se desvanecieran.

Quien escribe estas líneas no deja de lamentar que el joven jardinero se mostrara escéptico de las bondades que le ofrecía este jardín. El joven jardinero hasta entonces no había podido hallar el sosiego deseado... Hacía algún tiempo atrás había perdido a su padre el cual nunca terminó de enseñarle el oficio de la jardinería, y así el joven jardinero tuvo que ir aprendiéndolo solo, pero ayudado por el aliento de una madre que siempre estaba a su lado. El joven jardinero no podía borrar de su memoria la imagen de una familia cuyos integrantes poco a poco se habían ido desvaneciendo del retrato familiar que alguna vez conoció. El joven jardinero no confiaba mucho en las personas, pero no por ello cesaba en su anhelo por querer y ser querido. El espléndido jardín era la ocasión más propicia para compensar esos afectos y compañías ya no habidas y conocer otros todavía más especiales. Sin embargo, pudo más la duda y el temor que el amor...

Conforme pasaba el tiempo el vínculo entre el jardinero y el jardín -ya no tan espléndido- se desgastaba. El jardín ya no relucía como antes, y el joven jardinero ya no se esforzaba lo suficiente por remozarlo. De este modo, poco a poco el jardín dejó de ser espléndido y sus muchas flores empezaron a marchitarse. Cierto día, temprano por la mañana el joven jardinero acudió al jardín, y lo encontró totalmente seco, sin aquellas flores de aromas amables y texturas gentiles. Solo en ese momento entró en conmosión y quiso revivir su belleza, pero no pudo.
Buscó tierra buena y flores buenas que volver a sembrar y aportar a este jardín, pero no las encontró disponibles en ninguna parte. Luego pensó en el agua: "De hecho que el agua hará mucho y las flores de mi jardín renaceran", pero el agua tampoco estaba disponible. El joven jardinero se preocupaba todavía más. Apostaba porque el húmedo elemento pudiera hacer más que algo, y al no encontrarlo lloró. Y llorando se dió cuenta que contenido en sus propios ojos estaba el húmedo elemento que necesitaba. Así, empezó a llorar y llorar con tal de juntar todo lo que podía y dárselo al jardín, ahora opaco, gris.

Pasaba las noches, encerrado en su habitación, meditativo y triste, muy triste porque sabía que nunca podría llorar lo suficiente como para remediar la sequía por la que atravesaba el jardín. Se iba a la cama, a dormir, llorando como nunca antes lo hizo por otro jardín que jamás hubiere conocido. Su madre, que no permanecía ajena a su dolor, le acompañaba. Y sus amigos y conocidos le decían que "todo estará mejor, pasará la sequía y volverá a florecer el jardín", pero eso, lamentablemente, nunca llegó a suceder.

Así, el joven jardinero volvía a la presencia de Dios a pedirle que intercediera y le devolviera al jardín la belleza que siempre tuvo, pero Dios le dijo:

Hijo, es tarde...
El jardín que alguna vez conociste espléndido
por la bondad y belleza de sus flores
ahora está seco.. Lo puedes ver ahí, gris y sin el menor brillo.
El jardín se ha secado porque no pudiste acabar con tus dudas y temores.

Te ofreció todo lo que tenía y más
y sin embargo tu insensatez acabó por desgastarlo
y ahora ya no hay nada más que flores sin color
que alguna vez tuvieron cálidos aromas.

A todo ello el joven jardinero dijo: "Pero Padre, ¿qué puedo hacer?... Por favor, dáme una oportunidad más..." Y Dios le dijo por última vez:

Hijo, ya no hay más oportunidades...
Se te dieron todas y las dejaste pasar.
Ahora lo que te queda es empezar a resignarte.
Toma tus cosas y lo antes posible márchate,
te libero del cuidado del jardín. Éste, a su debido momento,
renacerá... Y vendrá otro que se encargue de él
y quizá se quede al lado del jardín para siempre...
Tu trabajo está concluído. Puedes retirarte.
Y al joven jardinero no le quedó más que empacar sus herramientas e irse. En el momento justo que estaba por partir giró sobre su sitio y miró por última vez el jardín que alguna vez fue bueno y bello, con el que compartió las horas de los días de sus semanas, y no pudo contener el descender de unas lágrimas más: "Una a una, las puedo ver caer, a cada instante, una a una", decía el joven jardinero. "Adiós jardín, algún día..." y en instante se le cortó la voz, no pudiendo decir nada más.

El joven jardinero retomó su camino y empezó a andar, y poco a poco a alejarse de aquel punto de la tierra en el que se extendía el jardín, que alguna vez fue espléndido como dos ojos negros, fijos contemplando la mirada del joven jardinero, que también alguna vez fue bello, un bello enamorado... Un enamorado de ese jardín... Sí, y en medio de su confusión, enamorado de ese jardín...

La moraleja en todo esto:

toma las rosas en tanto puedas que mañana podrían ya no estar para ti...

domingo, 21 de noviembre de 2010

¡Enciéndeme una luz que no me quiero quedar a oscuras porque tengo miedo!



El domingo de la semana pasada fui al cine con mi amigo Christian. Aprovechamos que se celebraba el Día del cine y nos dimos cita en Larcomar para ver Actividad paranormal 2, una película que recomiendo porque se luce con brillo propio como film de suspenso y de terror. Es una de esas películas que -sin llegar a ser una pieza maestra en este rubro de películas- consigue captar la atención del espectador de principio a fin, hasta hacer que uno brinque en su asiento de lo impresionado que puede quedar con ver el desarrollo de los hechos que la misma cuenta.
Más allá de entrar a comentar el argumento o la calidad dramática de sus actores, lo que quiero en esta ocasión es comentar un poco la importancia de tener miedo.

El miedo es uno de esos estados de ánimo que la mayoría de las personas no deseamos pasar. Bueno, en mi caso es una sensación que siempre he repelido con el mayor de mis esfuerzos. Siempre he conocido el miedo, y sobre todo, el miedo a lo que me es desconocido y no me es posible conocer. De pequeño era un niño miedoso, muy a diferencia de mi hermano que más de una vez se sonreía cuando le pedía a mi madre que se acostara a mi lado y que no se marchara hasta que me hiciera dormir. Le tenía miedo a dos cosas: a la noche -o lo que es más o menos lo mismo- a la oscuridad y a quedarme solo. Siempre he odiado la soledad, aunque con el paso de los años me he ido acostumbrando a ella. Pese a ello, aún no me es fácil estar solo. No digo que ahora tenga miedo a quedarme solo, pero ante ello muestro temor -que no es lo mismo a tener terror.
¿Por qué las personas podemos llegar a tener miedo? ¿Son nuestros miedos o temores similares? ¿Y de qué sirve tener miedo o temor? ¿Hay alguna utilidad práctica en llegar a pasar por un estado de ánimo de esta naturaleza? Precisamente lo que comento sobre el miedo que sentía cuando niño puede responder en alguna forma a estas preguntas. ¿Quién más que un niño para estremecerse de modo tal ante lo que no conoce, o ante lo que conoce y no desea que venga? El temer como un niño puede alcanzarnos remembranzas de esa etapa de nuestras vidas que no volverá más: la niñez. No somos más niños, y en efecto, ¡cuánto bien podría hacernos volver a serlo por tan siquiera unos instantes y recordar miles de cosas bellas y buenas que nos acompañaron durante aquellos años! Volver a actuar sin interés por lo que se nos va a dar a cambio de lo que hagamos, dejar de pensar mal de las personas o de que éstas van a hacernos daño, ver con inocencia el mundo, y a través de esa inocencia leer la vida y su pureza con claridad y sin tantos velos que son los múltiples convencionalismos sociales que nos marcan la pauta de desenvolvimiento personal y social.

Y cuando tenemos miedo, o tememos algo, solamente deseamos que tales sensaciones desagradables se vayan y que regrese la calma, la tranquilidad... El sosiego.
¿Cuánto sabemos de él? La mayoría de nosotros pasa buena parte de su vida deseando vivir en paz, pero en verdad son pocos quienes piden para sí mismos el sosiego. ¿Por qué pasa esto? ¿Es que hay una diferencia entre ambos?
En tanto que desear la paz comporta un estado de armonía que más de uno puede compartir con otro a la vez, el sosiego es un placentero estado de ánimo que se perfila como un goce muy personal, un goce que halla su réplica en la contemplación de la propia alma que no se ve invadida por la desolación, la ansiedad, la duda o la incertidumbre ni por turbación alguna. Cuando esto pasa se conoce el sosiego. Así, pues, unir esfuerzos por materializar cualquier proyecto de paz debe necesariamente pasar por alcanzar una armonía interior que es por excelencia la base para encaminar un proyecto mayor, más ambicioso y comunitario como es el de conseguir la paz entre los hombres y mujeres que pueblan esta tierra.

¿Y acaso cuando niños no deseamos alguna vez vivir en paz, y tomarnos de la mano con nuestros semejantes sin pensar en guerras ni enfrentamientos? Quizá hoy por hoy ya hayamos postergado un anhelo como este porque vivimos enfrascados en las preocupaciones de la vida cotidiana, que nos absorben sobremanera y que nos ponen como agenda otras preocupaciones menos etéreas. Pero cuán importante sería poder actualizar un deseo como éste, y así poder volver a sentirnos niños de nuevo.
Es siempre más bello revivir lo bueno que alguna vez fue. Ello, -como más o menos he querido mostrarlo- mejora la vida.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La música de los sentimientos


La Bohéme es la ópera que más amo.
Es probablemente la primera ópera
que escuché completa cuando era niño.
Su historia es real y contemporánea.
Rodolfo y Mimí son muy humanos.
Ellos no son símbolos o héroes
sino personas sencillas:
aman, trabajan, luchan,
como muchos de nosotros hacemos.
Indudablemente, la música de Puccini
es la música de los sentimientos,
de las sensaciones, la pasión y las lágrimas.

Andrea Bocelli (1999).


No creo que compositor alguno jamás haya creado una obra tan inmensamente bella y triste como lo es La Bohéme (1896) de Giacomo Puccini (1858-1924) que a diferencia de Madame Butterfly o de Tosca no cuenta con antagonistas. En La Bohéme es solamente el destino el que no les permite a Rodolfo y a Mimí ser felices. Un destino que conocen día a día al ver su pobreza, una pobreza que -por ejemplo a Mimí- le impide acceder a los medicamentos que podrían curarle la tisis que padece, salvarla y permitirle realizar un sueño de vida al lado del pobre poeta que un día se enamora de ella. Así, ¿cómo luchar contra lo ya predeterminado, contra ese hado fatal que termina arrancándole a Rodolfo esa poesía que encuentra en la joven modista Mimí? ¿Es que no se puede más? Parece que no. La muerte arrebata de este mundo a Mimí simplemente por ser pobre, nada más. De haberse podido comprar las medicinas que necesitaba para su enfermedad no se habría muerto, y habría podido contar una vida llena de poesía al lado de Rodolfo. Sin embargo, La Bohéme da cuenta con estremecedor realismo de cuán implacable puede ser el destino, la vida, al llevarse a gentes sencillas que en medio de su humildad solamente tienen la osada aspiración de ser felices, como Rodolfo y Mimí.

Sabemos más quiénes son nuestros personajes por boca de ellos mismos, cuando hacia el primer acto de la ópera consiguen encontrarse y conocerse. Este acto atesora las dos arias más famosas que Puccini haya compuesto para las voces del tenor y la soprano: Che gelida manina que canta Rodolfo y Sì, mi chiamano Mimì que canta ella. En su canto no encontramos el relato de grandes hazañas, sino la descripción de los momentos que constituyen sus vidas cotidianas: unas vidas ordinarias en las que saben encontrar la belleza de la vida a través de la apreciación y valoración de los instantes sublimes y pequeños que efectivamente tienen ocasión de vivir.

Rodolfo es un poeta pobre que derrocha rimas e himnos de amor; Mimí es una modista que teje flores que no tienen olor y que teje en memoria de aquellas otras reales que le deleitan la vista cada primavera. Los dos están unidos por ese afecto por la estación más romántica que tiene el año europeo. No solamente la esperan cada término de invierno por permitirse una satisfacción estética que como pocas pueden darse el lujo de tener. La esperan también porque es el término de los días fríos, días que con su implacable condición gélida les arrancan las pocas fuerzas que tienen para trabajar, y entonces vivir. Más adelante, y cuando opten por separarse, lo harán poco antes de recibir esa primavera, que de una u otra manera les da la oportunidad de repensar sus tiempos y espacios venideros. Saben que no es fácil, pero saben que más difícil es no pensarlo.

Rodolfo y los otros bohemios, sus amigos Marcello, Colline e Schaunard también tienen inclinaciones artísticas: son pintor, filósofo y músico respectivamente, y en la expresión de su arte encuentran la bondad de vivir. Esta escena bohemia sorprende precisamente por cómo sus personajes consiguen demostrar que la vida puede ser más bella de lo que parece cuando se hacen las cosas que a uno le gustan, por más que las mismas no acarreen la fama y la fortuna. A su vez Mimí y Musetta hacen lo propio: la una con sus flores de tela y la segunda con el derroche de su coquetería cada vez que va por la calle y la gente la mira. Ella, cuando canta ese famoso vals del segundo acto Quando me'n vo da una lección que podría escaparse a la vista del espectador poco atento: Musetta celebra la belleza que le dio la vida, y eso ya le es bastante como para permitirle compensar su pobreza. Entonces ¿escogerá pasar su vida lamentándose por lo que no tiene cuando se sabe y la saben una mujer bonita? ¿Es eso ya poco? Indudablemente que no.

Pero como se habla de la vida se habla de la muerte. No podemos pensar en las cosas sin que a nuestra mente acuda su contraparte. Mimí no puede celebrar la vida que ama sin ignorar que la muerte le ronda todas las noches y le interrumpe el sueño cuando consigue hacerla toser. En La Bohéme la muerte es la inevitable antagonista, y decirlo no termina de sorprenderme. ¿Acaso no lo es para todos nosotros, y sin embargo no partimos de esta tierra tan solo por el hecho de considerar este aspecto, o de que la muerte aparezca un día cuando menos lo imaginamos? Este es un hecho aparentemente sencillo pero más complejo de lo que parece. En medio de su enfermedad y de sus dolores, Mimí desea dormir para ya no padecer más su mal. Es solamente durante las horas de sueño que consigue alivio. Y así, el destino quiere que salga de escena: durmiendo es que finalmente muere. Que Rodolfo grite con desesperación el nombre de Mimí -para su triste suerte- no la va a aferrar a la vida.

Los acordes finales de la ópera son los mismos que canta Mimí instantes antes de morir en Sono andati? fingevo di dormire. Así, la obra quiere perennizar la figura de una mujer sencilla, que vivió, pasó por este mundo sin que el resto de sus millones de habitantes se dieran cuenta, y aunque sin mayor fortuna material, no se fue de él sin saber lo que es amar.
Comparto el siguiente link que recoge la escena final de la ópera, con la muerte precisa de Mimí, interpretada por la soprano italiana Mirella Freni, y como Rodolfo, viéndola morir, el también italiano Luciano Pavarotti.

domingo, 31 de octubre de 2010

El canto de un ave


Nell'ora del dolor
perché Signor
perché me ne rimuneri cosí?

(En la hora del dolor
¿porqué me pagas así, Señor?...)


Es parte del reclamo que la cantante Floria Tosca le eleva a su Dios tras encontrarse en la severa encrucijada de salvar al hombre que ama matando a quien le persigue, o no mancharse las manos de sangre y presenciar la muerte de su amado, el pintor Mario Cavaradossi. La prueba es difícil y tiene que escoger. La elección es aparentemente fácil, pero acarrea un gran sacrificio de parte de esta bella mujer que solamente -como lo dice cuando canta el aria Vissi d'arte- vivió para el arte y el amor, no haciéndole daño a nadie. Es parte de la ironía del destino darle a los inocentes pruebas que les exigen grandes disposiciones de ánimo y de actitud, y Tosca se encuentra viviendo un momento así de difícil. Elige matar al barón Scarpia, perseguidor acérrimo de Cavaradossi y obstinado en poseer a la bella cantante. Scarpia quiere liberar el camino que la lleva hacia ella justamente liquidando al pintor, pero no lo llegará a conseguir, aunque más allá de la muerte que le cause Tosca, éste conseguirá hacerle ver su fiero rostro al arrebatarle al hombre que ama en medio de una escena que se pensaba una comedia.

Giacomo Puccini (1858-1924) compuso Tosca (1900) y desde su estreno esta ópera alcanzó la trascendencia esperada, al contar como principal protagonista a una mujer resuelta cuanto sensible y amante de la belleza de la vida, a la cual decide tributarle agradecimiento mediante su canto, la mejor de sus oraciones para el Todopoderoso. Ama a Cavaradossi, hombre al que cela, pero Tosca no tiene nada que temer ya que el pintor solamente encuentra inspiración en los profundos ojos negros de la cantante, ojos que le inspiran los mejores cuadros.

En el camino de ambos se interpone el barón Scarpia, que tras el rastro de un político sedicioso, Angelotti, llega a Cavaradossi al saber que éste le presta ayuda en su intento de esconderse de las fuerzas del orden. Así, y tras conocer a Tosca, Scarpia se empecinará en hacerla suya, y para limpiar el camino que la lleva hacia ella usará como excusa la amistad de Cavaradossi con Angelotti para acusarle de conspirador, poder apresarle y así no encontrar óbice alguno que le permita someter a la cantante a su pasión enajenada.
En efecto, Scarpia conoce a Tosca y ya no consigue tener mayor juicio que aquel único que le asegure que la hará suya, tal como se lo escuchamos hacia el final del primer acto de la ópera cuando -en el contexto de una misa y Te Deum- se compromete a poseerla, confesando con ardor febril Tosca, mi fai dimenticare Iddio (Tosca, tú haces que olvide que existe un Dios).

Apresado Cavaradossi, Scarpia le da a escoger a Tosca entre la vida o la muerte del pintor: la vida se la salva si ella accede a acostarse con él. Tosca presuntamente acepta, pero en el momento que éste se le acerca con la intensión de tocarla ella le da muerte clavándole un puñal en el corazón. Así, Tosca le hace ver cuán fiera puede ser con tal de defender su integridad y salvar las distancias de la justicia, aunque ello le cueste mancharse las manos de sangre. Mancha sus manos con sangre pero éstas en ningún momento dejan de ser dulces, tal como se lo canta Cavaradossi en la arietta O dolci mani:

O dolci mani mansuete e pure
o mani ellete a bell'opre pietose
a carezzar fanciulli, a coglier rose
a pregar giunte per le sventure.

Dunque, in voi fatte dall'amor sicure
Giustizia le sue sacre armi depose?
Voi deste morte, o man vittoriose
O dolci mani mansuete e pure.

Esas mismas manos que cejaron la vida de Scarpia acariciarán por última vez el cuerpo inerte de Cavaradossi cuando éste caiga fusilado. Tosca, pensando que aquel fusilamiento sería ficticio, enloquecerá de horror al ver el engaño y la venganza ulterior de Scarpia, que superando las distancias de la propia muerte regresará para terminar de separar a los amantes. Ante tanta desgracia, Tosca paga la vida que quitó con la suya propia, lanzándose desde las altas terrazas del Castel Sant'Angelo de Roma, pero jurando verse de nuevo las caras con Scarpia y ante ese Dios Todopoderoso que pareció nunca estar a favor del amor de Tosca y Cavaradossi al permitirles un desenlace aciago.

A continuación dejo el siguiente link que lleva a la escena final de la ópera, el instante más dramático y conmovedor de la misma. Para esta grabación participan la pareja de esposos Roberto Alagna, tenor francés, en el papel de Mario Cavaradossi y la soprano rumana Angela Gheorghiu como Floria Tosca. Excelente producción.

sábado, 23 de octubre de 2010

El vuelo de la mariposa



El 17 de febrero de 1904 el compositor italiano Giacomo Puccini (1858-1924) estrenó en el Teatro alla Scala di Milano una de las óperas que le llevarían a la inmortalidad musical, Madame Butterfly, compuesta en 03 actos y con libreto de Luigi Illica (1857-1919) e Giuseppe Giacosa (1847-1906), dos de sus colaboradores artísticos más fieles. Esta ópera, junto a La Bohéme (1896) y Tosca (1900) conforman la más famosa tríada operática de Puccini, imperecedera y fija a lo largo de ya más de un siglo.

Madame Butterfly cuenta la triste historia de Cio Cio San, una joven geisha que un día decide morir con honor ya que no pudo vivir con honor. Ambientada en Nagasaki, Japón, hacia finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, esta ópera nos presenta el fracaso de un bello idilio, el de Cio Cio San, que no consigue alcanzar la felicidad al lado del hombre que ama y que pensó que alguna vez la amó, el oficial de marina estadounidense B.F. Pinkerton, que a bordo de un navío yanqui llega a su país con ánimos de emprender algo más que una travesía.

Por intermedio de un viejo casamentero de la ciudad, Goro, pacta con éste un matrimonio ficticio con la geisha. Para Pinkerton esto no es más que una aventura ahora que está lejos de su patria, pero para Cio Cio San este matrimonio es una unión de por vida. Al casarse con Pinkerton y defender su amor por él solamente conseguirá el repudio de su familia, que la maldice por traicionar sus costumbres. Pese a esto, Cio Cio San sigue firme en su decisión porque cree estar unida a Pinkerton por los mismos sentimientos. Sin embargo, un aciago final le espera.

Terminada la misión de Pinkerton en Nagasaki, éste se marcha prometiendo regresar. En su ausencia, Cio Cio San lo aguarda fiel, pero ya no lo hace sola sino al lado del niño que le ha nacido, fruto de su unión con el oficial norteamericano. Cio Cio San confía en la palabra del hombre que ama y espera, hasta el día que Pinkerton regresa de la mano de su esposa Kate. Pinkerton no tiene la más mínima intensión de dejar a su legítima esposa; todo lo contrario, junto a ésta optan por pedirle a Cio Cio San que les entregue al niño para criarlo en los Estados Unidos y darle una vida prometedora y más ventajosa. Ante este duro desengaño. Cio Cio San accede a darles a su hijo, de quien se despide afectuosa y dramáticamente. Momentos después comete haraquiri.

Uno de los momentos más celebres de esta ópera lo conforma el dúo que cantan hacia el final del primer acto Cio Cio San y Pinkerton Bimba dagli occhi pieni di malia que contextualiza de manera muy bien lograda todas las promesas que se intercambian los protagonistas de esta historia. El dúo es tan conmovedor y bello como falaces son las palabras de Pinkerton e ingenuas las esperanzas de Cio Cio San. Su candidez contrasta con la belleza que le caracteriza, que no pasó desapercibida a los ojos del oficial de marina Pinkerton, y que le merecieron a la joven geisha el sobrenombre de Butterfly. Sin embargo, nada de esto basta para conseguir que Pinkerton pueda verla como algo más que una simple aventura. Su poder de seducción es tal que obtiene en la primera noche con Butterfly lo que buscaba: despojarla de su doncellez. Ella se la entrega porque lo ama y porque cree que él la ama. Por un error tan grande como éste terminará pagando con su propia vida.

Hacia el segundo acto de la ópera, es igualmente desgarrador oír el canto que entona Butterfly con el aria Un bel dì vedremo dejando libre al viento su más ardiente exclamación de querer volver a ver al hombre que un día le dijo que la amaba. En lo más profundo de su corazón cree que vendrá a hacerla feliz. Ella saldrá a darle el encuentro no bien vea que su navío llega al puerto, y ansiosa esperará que él diga su nombre a lo lejos: Butterfly. Ella no vacilará en recibirlo, aunque tímida, con el corazón a poco por detenerse ante la emoción de saberlo nuevamente con ella, recordando todas las bellas palabras y nombres de amor que le daba cuando le decía que la amaba. Ella lo espera.

Lamentablemente para Butterfly esto no pasa: Pinkerton regresa al lado de Kate, su verdadera esposa, y así ella termina de abrir los ojos y apreciar en toda su magnitud la gran mentira que vivió. La sensación de sentirse indigna de todo, de todos y de ella misma la llevan a no poner obstáculos ante el pedido de Pinkerton de querer llevarse al niño que les ha nacido de su unión carnal. El dejar partir a su hijo significará preservarlo del descrédito que podría esperarle luego de muerta la madre. Butterfly lo despide con Tu, piccolo iddio y a este punto ya no hay palabras para expresar la conmoción que se puede sentir por la escena tan dramática que se tiene ante los ojos. Butterfly muere para que su hijo pueda irse, sin que mañana más tarde él pueda sentir remordimientos por el abandono de ésta. Es una separación difícil: Butterfly ya es madre y solamente le pide a su hijo -en ese momento- que conserve en su memoria un ligero rastro de su rostro, del rostro de la madre que ya no tendrá más.
El intento de intervención de Pinkerton llega tarde, y la muerte arrebata de este mundo a Butterfly, que en su afán por respetar la última de sus tradiciones, opta por morir con honor al reconocer que no pudo vivir con honor.

Solamente para graficar esta última escena paso el siguiente link http://www.youtube.com/watch?v=Uv3iYSwlz-M con la interpretación de la soprano búlgara Raina Kavaivanska (1934) en el papel de Butterfly.

viernes, 8 de octubre de 2010

Vargas Llosa, premio Nóbel de Literatura 2010



Mario Vargas Llosa: premio Nóbel de Literatura 2010...

Bueno, ya había tardado mucho el jurado de la Real Academia de Suecia en conceder este prestigioso galardón a nuestro escritor peruano. Debo confesar que alguna vez pensé que Vargas Llosa se moriría sin recibir el Nóbel, pero para mi satisfacción personal esto no ha llegado a pasar. No se le ha mezquinado a un novelista del talento de Vargas Llosa un premio que a mi modesto parecer se merecía desde hace muchos años. Sin embargo, el hecho que lo reciba a sus 74 años le llena aún más de gloria. El veterano escritor recibirá este magnífico premio el próximo 10 de diciembre en la sede de la Real Academia de Suecia de manos del rey de este país, y que está dotado de alrededor de 1 millón de euros.

El Nóbel para Vargas Llosa no es solamente un orgullo para el Perú sino para toda Latinoamérica. Vargas Llosa, como miembro ilustre del famoso Boom de la Literatura Latinoamericana de los años 60, de la mano de otros insignes novelistas como García Márquez, Cortázar o Fuentes, ha terminado de consagrarse como uno de los más grandes escritores y novelistas del siglo XX y de lo que va del presente siglo XXI. En lo que respecta estrictamente a la literatura peruana, una vez más se confirma aquella lectura crítica de que la misma podría ser estudiada en dos etapas bien definidas: la literatura peruana antes de Vargas Llosa y después de Vargas Llosa.

Y es que es así: nunca antes hubo un novelista con tanta riqueza temática como él, que a la vez que abordaba diversos aspectos de la vida del individuo, de gentes de por aquí y por allá, consiguiera desarrollar tanto el carácter político y social de una literatura de calidad -que sin renunciar a su fin primero de permitirle al lector expandir sus horizontes y lectura del mundo, la vida, los hombres y uno mismo- pudiera configurar este arte como uno de los más preclaros bastiones de lucha por las libertades individuales de las personas, y por el auténtico e inalienable derecho de éstas a vivir sus vidas y ser dueños de sus destinos.

Recuerdo mis primeras lecturas de adolescente, cuando con fruición devoraba libros de libros y cada término de lectura de los mismos era experimentar un placer inigualable al haber podido penetrar -a través del recorrido de pasajes de líneas escritas de manera fija y espléndida- en el imaginario de diversos poetas, novelistas y ensayistas que deleitaron aquellos años de mi vida. Y Vargas Llosa estuvo ahí para presentarme ese alambicado mundo de las relaciones de poder que se traslada a la vida cotidiana y que estructura el modo de pensar y de actuar de los individuos de a pie. Su brillante forma de trazar los bifurcados senderos de las relaciones de dominación y subordinación que se experimentan día a día en los más diversos y disímiles contextos del desarrollo de nuestras vidas me dejaba fascinado. Lo ejemplifican de manera única novelas como Conversación en La Catedral, o La fiesta del chivo, que dan como un martillo en las conciencias de todo aquel que se sabe presa de una alambicada red de poder de la que no se puede liberar.

Además, su renovación de la forma misma de hacer novela y de escribir, con técnicas que terminó de pulir tras un trabajo ascético y disciplinado de más de 50 años, así como su constante trabajo de documentación le valen hoy este galardón, y uno no puede ya hacer más que ponerse de pie y aplaudir a Vargas Llosa. Esto se comprende cuando uno lee Pantaleón y las visitadoras, o La tía Julia y el escribidor, y encuentra un fabuloso divertimento gracias a la literatura y al genio de quien puede escribirla. ¿Y el hedonismo, dónde queda? Vargas Llosa también se dio tiempo para ello y escribió Elogio de la madrastra, una lectura que simplemente hechiza y que afecta las susceptibilidades de muchos pacatos.

Sin querer queriendo, los ojos del mundo vuelven a concentrarse en nuestro país, que ya puede ostentarle a naciones como Colombia o Chile el tener un hijo suyo con un Nóbel en las manos. Luego de celebrar este acontecimiento nos queda desear que vengan muchos premios Nóbel más a nuestro país. Vargas Llosa ha ganado un premio Nóbel, y los premios Nóbel han ganado la ocasión de contar entre los suyos a un pensador de la talla de este peruano que solamente hizo lo único que siempre quiso hacer en esta vida: escribir.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Bad girl


Stefani Germanotta (New York, 1986) es más conocida en todo el mundo como Lady Gaga, una artista estadounidense completa en todo el sentido de la palabra, que deslumbra por su canto, su baile y su talento para la composición musical. Lady Gaga y su muy particular estilo tanto de canto como de baile y de presentación de los mismos es una suma de influencias de otros artistas que le precedieron en la escena, de la talla de Michael Jackson o Madonna.

Lady Gaga comenzó su carrera hacia mediados del año 2008 e inmediatamente consiguió el éxito esperado, llegando a vender alrededor de 12 millones de copias de su álbum debut titulado The fame, que causó furor con singles como Just dance y Poker face. Más tarde, hacia finales del 2009 lanza una segunda producción bajo el título The fame monster, con otros singles de gran éxito y calidad musical y visual como lo son Bad romance, Telephone y Alejandro, todos y cada uno de ellos devenidos sencillos nº1 en los rankings musicales de diversos países del mundo.

En lo que respecta a la producción y difusión de su imagen y estilo musical, podemos decir que Lady Gaga es una artista que se siente llamada a dejar con la boca abierta a propios y extraños: cada uno de sus videoclips y presentaciones así nos lo dice. Los peinados, maquillajes y vestuarios tan extravagantes y enigmáticos perfilan a Lady Gaga como un festival ambulante y perpetuo de contenidos y símbolos de lo que es, de lo que no es y de aquello que está por ser o dejar de ser. Detenerse a verla y a escucharla cantar es una invitación a pensar realmente en qué está queriendo decir. Es en verdad un desafío a encontrar las mismas imágenes que la artista vio y sintió a la hora de componer sus canciones y de elaborar una propuesta visual tan rica y alambicada con la que suele dejar pasmados a sus miles de aficionados y seguidores.

Es esto lo que me gusta de Lady Gaga: que encarna la excentricidad que miles de simples mortales como yo no podemos darnos el lujo de tener por vernos asidos a numerosos convencionalismos sociales que muchas veces no nos permiten elevar el tono de voz y denunciar aquello que "no está bien". En este sentido, Lady Gaga también ha hecho noticia al declararse mujer de causas filantrópicas, lo que la ha llevado a apoyar a diversas organizaciones y causas benéficas, entre cuyos protagonistas se cuentan las víctimas del terremoto de Haití y las mujeres que viven con VIH-SIDA. Asimismo, es abanderada preclara de la defensa de los derechos y las libertades de las mal llamadas minorías sexuales. Todo ello, sumado a sus cualidades artísticas la han consagrado como la cantante pop más exitosa de los últimos tiempos.

Respecto al contenido lírico de las canciones, Lady Gaga consigue abordar con singular maestría y originalidad temas que conciernen el sentir y pensar cotidiano de las personas, y expone las propias sensaciones y sentimientos de modo tal que más de uno puede caer en la cuenta que similares estados de ánimo alguna vez ha vivido. Por ejemplo, su canción bandera y principal caballito de batalla, Bad romance, nos habla precisamente de un romance malo que de todas maneras se quiere y se persigue. A lo largo del videoclip la artista canta el dolor de vivir un amor malo (si se quiere) y pese a ello buscarlo; pese a reconocer que es incluso un amor feo y descompuesto, lo reconoce como el amor. Al final tanto es su deseo de este amor que termina consumiendo en llamas al amante que la hace desdichada.

Es por todo ello y por muchas cosas más que Lady Gaga llama poderosamente mi atención. Por el momento ya no lo hacen artistas como Juan Diego Flórez o Andrea Bocelli, aunque no con ello pueda decir que he abandonado el género lírico que tanto sigo apreciando. Sin embargo, una semejante emoción de furor o de nostalgia me puede inspirar Bad romance de Lady Gaga que Chi'l bel sogno di Doretta de La rondine de Puccini cantada por Angela Gheorghiu. Es cuestión de modular el oído y escuchar contenidos similares expresados con estilos y palabras diferentes.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Por el arte

Sebastiano Ricci (1659-1734). Alegoría del arte


Hablar del arte y procurar definirlo es siempre la iniciación de una de las polémicas más acaloradas que puedan establecerse, no solamente por la pasión con la que sus interlocutores eruditos puedan comenzar y mantener la misma, sino por la naturaleza misma que los reúne a discutir. El arte, al no ser una ciencia -como la literatura- se deja asir menos por quienes buscan darle una conceptualización (ahora que lo pienso, ni siquiera la ciencia misma hoy día alcanza una conceptualización fija e imperecedera como la que se buscaba para ésta en los alberes de la Modernidad). Sin embargo, el arte continúa un decurso propio gracias a las manos y el talento de miles de hombres y mujeres alrededor del mundo que siguen trabajando por él y para él, y en tanto lo hacen van alcanzando las palabras justas para acercarse a una definición de lo que es su trabajo: el arte.


En la actualidad el número de artes se ha incrementado, dejando de ser un reducido grupo de solamente 05 de ellas (arquitectura, escultura, pintura, música y arquitectura) sino que las mismas, con la aparición de las nuevas tecnologías de la comunicación y el diseño se han reinventado y fusionado, hasta poder fijar nuevas artes, artes aún más artificiales que las que ya se conocían, y todas, absolutamente todas (aunque unas más que otras) pugnando por no dejar de ser reconocidas como tales. Conseguir una academia o instituto de crítica erudita de las mismas las termina de consagrar como tales, como superiores, precisamente porque en torno a las mismas se ha establecido todo un estudio y crítica institucionalizada de las mismas que las perfilan como componentes vitales de la cultura de nuestros días. Cuando no se habla de alguna de ellas es porque simplemente, o no existen o no vale la pena que se hable de éstas. Difícilmente hoy se deja de hablar de lo que el hombre produce y llama arte. Así, ¿qué es el arte?


Yo solamente diré en esta ocasión que si hay algo que pueda definir al arte es su capacidad de poder permitir que la persona que trabaja por él pueda expresar todo aquel mundo que contiene en su interior, en su alma, en su mente, y que le motiva a decir las cosas que siente y cómo ve el mundo, la vida, su interacción con las personas y cómo se lee a sí mismo. Producir arte no es una tarea fácil, empero. No me puede bastar saber pintar o componer una página musical para decir que hago arte, o para pretender que con ello se me llame artista. El arte implica una lectura y re-lectura del todo la cual pueda leerse y comprenderse a través de lo que el artista produzca, y que a su vez pueda permitir que los demás -con la lectura de la misma- al menos se sientan "conmovidos" con el mensaje que se intenta transmitir, lo recepten, asimilen y reproduzcan, tomando de dicho mensaje las palabras vivas del artista y de su batalla incesante con la búsqueda de valores como la verdad, la bondad y la belleza. Hacer arte como el que se conoce es también una forma de filosofar, de preguntarse por el todo y de comunicar las respuestas generadas al interrogar a ese todo.


El arte de la producción del arte demanda constancia, paciencia y entrega a la búsqueda de aquello por lo que buscamos una respuesta. No se trata de hacer arte por hacer arte, porque quizá el rsultado de una labor como aquélla no necesariamente lo produzca (es más, no creo que lo haga). El artista que no lucha por encontrar respuestas a sus preguntas es porque simplemente no se plantea interrogantes, y entonces es solamente un mero reproductor de formas llamadas estéticas y gratas a los sentidos. El artista, como el filósofo o el pensador social nunca está contento con lo que se le dice del mundo, la vida, las personas y de sí mismo. Necesita vencer esa suerte de ilusión de la transparencia que enmohece la realidad, su espacio, y que le engaña al hacerle ver que todo ya está dicho y que las cosas se entienden porque se entienden. El espíritu escéptico le domina, y reflexiona sobre lo que le rodea, lo cual implica todo un arte de pensar por el arte. Un compromiso desde el arte que requiere el arte del compromiso que definitivamente no muchos tienen, o que algunos tienen menos desarrollado que otros.


Soy un convencido que parte del rol del artista es comunicar lo que piensa, transmitir las respuestas a sus preguntas sobre el mundo de la vida, y que dé a conocer éstas porque -al conseguir mejor visión del todo- es generoso y concede a los simples mortales las herramientas para que vean lo mismo que él ve, o para que siquiera se hagan las mismas preguntas que él se hace, y por cuyas respuestas trabaja a través de su obra. No obstante, hay una especie de convención entre los artistas por la cual estos se reservan el derecho de admisión de los simples mortales al mundo de su producción de significados y significantes, confinando su obra a espacios como los museos en los que no comunican con el mejor de los lenguajes los hallazgos alcanzados. De esta forma, el museo deviene un espacio esotérico ¿Cómo así?


El simple mortal que visita un museo (y que lo hace con la mejor de las intensiones) pueda que no conozca lo que allí encuentre, que le sea difícil acceder a los significados de las obras en exposición, pero podría valerle su deseo de conocer (como de hecho le vale). Si antes no ha podido nutrirse del arte ¿por qué, en un museo por ejemplo, no encuentra la ocasión de hacerlo? ¿Debe dar media vuelta sobre su sitio y salir del museo rumbo a una academia de enseñanza superior del arte para estudiar y acceder a todo aquello que los museos encierran? Las puestas de arte en muchas ocasiones no dicen lo que el artista vio al crear su obra, y en el mejor de los casos emplean un lenguaje difícil y abstracto. Es que hablar en difícil da siempre una especie de marca de élite, suerte de carné que los otros miembros de tu élite te piden a ti, amigo artista, para que sigas perteneciendo a su selecto club. ¿Por qué, si los contenidos de aquellas obras son de valor (partimos de esta premisa), yo como simple mortal no tengo la oportunidad de acceder a ellos? ¿Mi ignorancia y la falta de oportunidades de estudio deben condenarme y resignarme por siempre a no acceder a tantísimos saberes, contenidos y significados que de poder "leerlos" harían más digna mi vida, digámoslo así?


Está bien, no tengo los conocimientos para acceder, ¿pero no podría ser parte del rol del artista enseñar sobre el arte a la vez que intenta producirlo? ¿Necesariamente el artista tiene que renegar de la pedagogia y mostrarse arrogante exponiendo una obra que solamente sus colegas eruditos entienen? ¿Por qué lo hace? ¿Por conseguir las palmas de estos? ¿El artista permitiría que yo, simple mortal, no acceda a los contenidos de valor que expresa en su obra, contenidos que podrían hacer que mi vida se vuelva más libre de prejuicios y de lecturas cuadriculadas del todo, más amplia de visión sobre el mundo, la vida, las personas y sobre mí mismo? Acceder a tal contenido podría reconciliarme con todo ellos, reconociliarme conmigo mismo. Aún así, ¿el artista consentiría que pierda todo esto simplemente por vanidad y por condenarme irremediablemente a ser ignorante por ser ignorante?


Las enseñanzas del arte caminan de la mano con el arte de enseñar, y en este sentido el artista puede ser un colaborador social que desde su puesto consagrado de trabajo contribuya a que en el mundo hayan menos personas dominadas no solamente por los estados, los mercados y el dinero, sino también dominadas por los fantasmas de sus temores y sus sobreexpectativas, de los pasos no caminados y de los senderos invisibles deseados que nunca se recorrerán. Si el arte se comprendiera y difundiera así más personas, desde la opacidad de sus vidas, lo buscarían, y comprendiendo el arte de esta forma, el artista podría dormir aún más plácido en la calidez de su taller fungiéndole de dormitorio una noche de madrugada en la que hasta tarde se quedó trabajando... Y todo, todo por el arte.


miércoles, 25 de agosto de 2010

Algo enciende mi día

El pasado 04 de abril publiqué en mi blog un post con el título Nada apaga mi noche http://elaureoclarindelverbo.blogspot.com/2010/04/nada-apaga-mi-noche.html. El mismo me lo inspiró la apreciación de un cuadro del mismo nombre que estaba en exhibición en el Centro Cultural de la PUCP.

Días después, el 11 del mismo mes, el autor me respondió al e-mail con el que tengo activo mi blog. Sin embargo, como no suelo revisar el mismo (usualmente reviso rolando.coronado@hotmail.com) solamente hasta hoy por la mañana, cuando de casualidad entré a éste, pude leer su respuesta, la cual definitivamente me ha gustado, y es por ello que ahora me permito compartirla con quienes leen mi blog y de una u otra manera lo siguen.

Compartir su comentario significa mucho para mi, sobre todo porque me dice que siempre hay un receptor a los mensajes que yo pueda enviar, a las palabras que pueda escribir y que alguien más leerá, por más lejos de mí que esté y por mucho que pueda simplemente no conocerlo. Entonces, no hablo solo...

A continuación el comentario de Javier Bellido Valdivia - http://javierbellidov.blogspot.com/

Y para ti Javier, gracias y que continúe el proceso creativo!

*

Estimado Rolando:

Soy Javier Bellido Valdivia, he leido tu comentario acerca de la pintura "Nada apaga mi noche".

Queria agradecerte de todo corazón por tu comentario, debo decirte que me emocionó
mucho lo que escribiste sobre mi pintura y me da mucho ánimo para seguir haciendo lo que es mi vida, mi vocacion, la pintura.

Me parece muy sensible la interpretacion tan personal que has hecho.
Depende de la sensibilidad del espectador que una obra le genere algo o no.
El misterio siempre esta presente en toda obra de arte como en la vida misma.

Es asi como lo siento e intento expresar.

Viendo tu blog he visto cosas bien interesantes y me da gusto que hayan personas como tu que se interesen en el arte por todos sus medios, tanto en la literatura, como en la música, el teatro, el cine, la danza, las artes plásticas, etc. ya que todas las artes son hermanas.
Lo que cambia es el medio de expresión.

Me despido muy agradecido.

Javier.

sábado, 10 de julio de 2010

Hizo lo mejor que podía...


Caminante son tus huellas
el camino nada más.
Caminante no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Antonio Machado (1875-1939). Caminante no hay camino...

Hace poco tuve la oportunidad de conocer algunos pasajes de la historia de vida de un trabajador sexual que emplea las horas de los días de las semanas de sus meses dando masajes en un sauna. ¡No!, no se vaya a pensar que yo recurrí a sus servicios profesionales, tampoco se vaya a pensar que por vergüenza hago esta aclaración y con ella quiero ocultar que probablemente sí fui a verlo, ni mucho menos se piense que al dar esta justificación jamás pensaría en la posibilidad de hacerlo en caso que algún día piense que de una experiencia como tal podría conocer otros placeres llamados "non sanctos" por la gente cucufata de nuestra ciudad.

Bueno, el hecho es que un miércoles él pudo hablarnos algunos pasajes de su vida a un grupo de chicos, en los que me incluía yo naturalemente, y todos lo oíamos ávidos de saber más sobre la vida de un masajista profesional. Cuenta que a la temprana edad de 18 años aproximadamente empezó, primero, como trabajador sexual, y muchos años después conseguiría establecerse como personal estable de un sauna de Lima, pudiendo dejar con ello parques y calles de Miraflores, tan frías como solamente lo pueden ser en inviernos como los que ahora vivimos.
Saúl (por darle un nombre cualquiera) pasó una infancia y adolescencia muy duras: proviene de una familia disfuncional sin la presencia de unos padres cariñosos y preocupados que hubiesen visto por él, separados por problemas personales que no pudieron reconciliarlos jamás. De otra parte, la difícil situación económica por la que siempre atravesaron no le prometía un futuro como el que él se habría podido esperar. Supo lo que es trabajar desde muy joven, pero así como joven descubrió el mundo, joven también se inició como trabajador sexual. Saúl no niega que optó por ello viendo que era un trabajo rentable y en buena medida fácil de ejercer, sin contar además del hecho que era considerablemente placentero y gratificante.

Considera su trabajo bien remunerado y asume desde ahora que dentro de poco, cuando los años sigan pasando -y cuando ya no luzca como un hombre de 30 años pese a tener 42, no tenga más una estupenda complexión física y no sea ya guapo- deberá poner algún negocio que le traiga algunas ganancias y le permitan vivir sus posteriores años con alguna tranquilidad y sin el menor número de apremios. En ese sentido, Saúl sabe que no siempre será joven y bello, y no puedo dejar de ver en lo que dice que asume la vejez y la fealdad proprias de la vida y de la persona como el ocaso de algo que por sí siempre fue espléndido. Claro, tampoco se podría esperar que las considere como la oportunidad de repasar su trayecto de vida y buscar reconciliarse con los fantasmas de su pasado, esos que le impiden ver que no son causa del sendero de vida que decidió caminar.

En efecto, Saúl dice no culpar a sus padres de lo que fue su vida desde que a los 18 años supo lo que era el mal llamado "dinero fácil". Empero, no puede dejar de acusarlos que por la falta de apoyo que le brindaron él solamente encontró como única alternativa de vida el meretricio. Cuando le pregunté si, en medio de la confusión y malestar de esos años no había tenido absolutamente a nadie con quien conversar sus problemas y con quien intercambiar opiniones y pareceres, de quien recibir consejos y ayuda, me dice que no, que siempre estuvo solo y que no contaba con esos incondicionales amigos que le dijeran qué otros rumbos habría podido tomar su vida. En ese sentido, yo sé que miente. Es que me parece imposible que no haya habido nadie que le diga o está bien o está mal lo que hacía, o alguien que siquiera por curiosidad le hubiese preguntado sobre lo que empezaba a hacer. Simplemente no quiso decir nada, pero ¿por qué? ¿Sentiría vergüenza, miedo a la desaprobación?

Como Saúl hay muchas personas que se ven de una u otra medida constreñidas a asumir estilos de vida que, aunque desaprobados por nuestras conservadoras sociedades tercermundistas, muchas veces no encuentran caminos mejores que andar ni posibilidades de vida menos "indignas" que vivir.

sábado, 3 de julio de 2010

¿Y por qué no recordar a tu enemigo?



Desde el año pasado, si no me equivoco, una de las cerveceras más importantes de nuestro país lanza una campaña comercial que pretende celebrar cada primer sábado del mes de julio el Día del amigo. Obviamente a la cervecera le interesa poco la amistad como valor o como manifestación de afecto de una persona hacia otra. Lo que le interesa es vender más y más cerveza con la que cada vez un mayor número de peruanos pueda emborracharse, celebrando una festividad como la antes mencionada. De aquí solamente no puedo encontrar mayor inspiración para escribir un post ya que está más que clara la intencionalidad comercial que tiene la firma.

Sin embargo, pensando un poco en la idea de celebrar al "amigo" yo me hacía la siguiente pregunta: si ya se festeja el 14 de febrero de cada año esa insoportable celebración que se conoce como el día del amor y de la amistad, ¿por qué volver a repetir la misma a estas alturas del año, casi 05 meses después de ya pasada la primera? Empero, la respuesta, para este caso, también es bastante clara y palmaria. Más bien, me decía yo, ¿por qué si ya hay más de una fecha para celebrar la amistad y los amigos, por qué acaso no hay tan siquiera un día fijado en el almanaque para recordar al enemigo? ¿Qué de bueno tendría recordar a los enemigos, o por lo menos a aquellas personas de las que no queremos volver a saber nada más simplemente porque no se portaron bien con nosotros, porque lo único que nos une a ellas son en efecto recuerdos desagradables y que cuando reactualizados, en el peor de los casos, pueden volver a ser dolorosos? ¿Qué de provechoso habría en esto? ¿Quién sería tan masoquista como para permitir semejante cosa?

Bueno, debo confesar que yo soy uno de los no pocos -creo yo- que sí podría encontrar el beneficio en semejante situación. Recordar al "enemigo", a la persona non grata, a aquel que de sólo volver a visualizar en nuestra mente nos produces vascas sí tiene, en mi humilde y desquiciada opinión, algo de provechoso: te hace ver que hay ciertos episodios de la vida ya vividos que fracasaron por n motivos y que te unieron a x personas; que te sucedió tal o cual cosa porque sencillamente no estabas preparado para afrontar un experiencia de tal índole. La vida te agarró desprevenido o desprevenida y pudiste vivir algo que, aunque incómodo o doloroso, a las finales lo terminaste viviendo y ya nunca más, por más que quieras, lo podrás borrar de las páginas que conforman el libro de tu vida. Bueno, estas últimas líneas suenan bastante cursis pero es bueno insertarlas para sazonar este post.

Por ejemplo, ¿qué de bueno tiene recordar una fallida relación sentimental si ésta fue desagradable, penosa, molesta, humillante, ...? En el momento que tú, querido mortal, lo viviste, pensabas que habría habido siempre una solución para cualquier malestar que perturbara el curso armosioso de tu relación de amor con esa persona, pero estabas equivocado. Hoy por hoy caes en la cuenta que todo fue una mera pérdida de tiempo, que las personas no cambian cuando no consideran necesario cambiar, y no cambian porque no se sienten motivadas a cambiar, porque no las motivamos a cambiar.

Esto siempre lo tenemos presente, lo sabemos, pero, ¡ya pues!, necesitamos ocupar en algo nuestro tiempo sino éste se asemejaría a la eternidad, aparte de que no tendría movimiento y terminaría por hastiar. Cuando apostamos por una persona sabemos que, como la ropa que venden ciertas tiendas por departamentos en temporada de oferta por cambio de estación, viene con "fallitas", "defectitos" que más de una vez decimos: "no son muy notorios, nadie los verá", o también "puedo hacer algo por remediarlo y asunto acabado".

Pero no es así. Hay "defectitos" y "fallitas" que por más que lo podamos querer no se van a enmendar jamás. Y lo sabías cuando viviste una relación de amor y pasión con la persona que hoy por hoy detestas y cuyo nombre no quieres volver a oír jamás. Ahora, ¿qué hay de bueno en recordar esto? Es fácil, sabes que los errores que cometiste en el pasado no los deberás cometer nuevamente en el futuro. Recordar a ese "enemigo" te obliga a actualizar un comprimiso personal: "no debo tropezar con la misma piedra otra vez". Claro, esto también, pero además, y lo verdaderamente importante, es que en base a lo vivido, aunque malo, ganaste experiencia y con ella te será más fácil hacerle frente a los días venideros que tiene esta vida. Ya si te equivocas nuevamente y repites los mismos errores es que estás en serios problemas.

Es duro aprender de esta forma, por ensayo y error, la misma que, como más o menos ya se ha visto hasta aquí, consiste en probar más de una alternativa hasta encontrar la más adecuada, efectiva y eficiente, es decir, la solución para una situación determinada o un problema. En el transcurso se va adquiriendo conocimiento, el mismo que le es de vital importancia al ser humano para garantizar su propia supervivencia. Cuando se va camino a probar una segunda alternativa siempre con la premisa de encontrar una solución, el conocimiento adquirido es presupuesto vital para evaluar la alternativa venidera, valioso feedback que nos pre-dispone, si se quiere de manera positiva, a enfrentar la misma sabiendo qué pasos debemos dar y cuáles situaciones debemos evitar.

Finalmente, y ya sin tanto ánimo de sorna, sí es bueno repasar de vez en cuando lo vivido, sobre todo cuando estamos a punto de enfrentarnos a una situación con características similares a lo ya pasado, a modo de esquivar las posibilidades de fallar o de salir perjudicados. Pero pensar con zaña en el "enemigo" es una de las cosas más insanas que se puedan hacer, entre otros motivos, porque desgasta, envejece y afea. Hay eventos de la vida que simplemente deben ser considerados como meros hechos ocurridos, y personas a las cuales tan solo tenemos que ver como simples individuos.

domingo, 9 de mayo de 2010

Yo amo a mi mami


Madre, madre, tú me besas
pero yo te beso más
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar.
Si la abeja entra al lirio
no se siente su aletear;
cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar.

Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar
y qué lindo niño veo a tus ojos asomar.
El estanque copia todo
lo que tú mirando estás
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.

Los ojitos que me diste
me los tengo que gastar
en seguirte por los valles
por el cielo y por el mar.

Gabriela Mistral (1889-1957). Caricia


Estoy seguro que por el solo título de este post se pueda adivinar de qué tratarán las siguientes líneas que desde este momento y a continuación han empezado a escribirse en este blog. Pues sí, este es un post en el cual quiero expresar, como siempre lo hago, algunas apreciaciones y sentimientos que exclusivamente giran en torno a la celebración del día de la madre y al importantísimo papel que la mía propia juega en mi vida.
Mi madre se llama Martha y sin lugar a dudas es la mujer que mayor presencia ha tenido, tiene y tendrá en mi vida. Esto jamás ha excluído la posibilidad de que otras mujeres, igualmente bellas y telúricas, consiguieran encontrar un lugar no solamente en mi vida, sino también en mis pensamientos, sobre todo en mis pensamientos. Sin embargo, de entre todas, es definitivamente la presencia de mi madre la que de manera más fija ha podido establecerse en mi mente y en mi memoria en todos estos años de existencia que llevo.

Se dice que madre sólo hay una, porque de haber dos quién podría con ellas, y aunque esta frase sea una manera palmaria de ironizar sobre ellas y lo "intensas" que pueden llegar a ser, lo cierto es que son así porque no es poca responsabilidad y no son pocas preocupaciones las que se toman por los hijos. Si lo sabremos, en mi particular caso, mi hermano y yo, que siempre hemos sido testigos de las largas horas en que mi madre ha estado pendiente de nosotros, procurando cautelar de modo irrestricto nuestro bienestar, nuestro normal crecimiento a nivel psicológico, social y cultural. Tanto él como yo sabemos que jamás podríamos retribuir, materialmente hablando, todo lo que de ella hemos recibido, pero igualmente sabemos que es con nuestro afecto, respeto y compañía incondicionales como podremos decirle gracias.

Y es que una madre nunca espera que se le retribuya cuanto dio y cuanto continua dando por un hijo. En tantos años de vida que tengo y con mi madre a mi lado ella jamás ha deslizado la posibilidad de que le devuelva siquiera algo de lo que ofreció o hizo por mí. Y yo, a continuación, le he dicho que entre mis posibilidades de vida futura jamás he considerado como alternativa el no tenerla en mis planes personales. Claro, por esta manera de ver mi relación con mi madre siempre he sido diagnosticado como "paciente con mamitis". Yo solamente he escuchado lo que la gente me ha dicho y he procurado extraer de sus apreciaciones la lección mejor de éstas a modo de incorporarlas en mi proceder futuro.

De todas maneras, la historia que he vivido al lado de mi madre y las tantísimas noches de sueño que ella perdió por pensar en mí, en mi hermano, en nosotros, y en atendernos y devolvernos la serenidad para continuar la marcha hacen imposible que yo no pueda agradecerle con mi compañía y amor lo que un día dio sin esperar nada a cambio. Es que al menos yo no concibo otra posibilidad. Mi madre siempre fue madre y padre para mí, aunque esta afirmación está ya bastante manida como para yo querer afirmarme sobre la misma. Mejor preferiría decir que en ausencia de un padre devoto se hizo todavía más madre, una madre superlativa al punto de marcar con muchos visos de su carácter y personalidad los míos propios. No obstante, jamás he llegado a pensar que con ello me convertí en una extensión de las sensaciones y los afectos de mi madre. Yo, por ejemplo, a diferencia de ella no tengo la expectativa de tener hijos o pensar que estos me darán la felicidad... Mas sé que si pudiera permitiría que mi madre fuera madre de los hijos que no creo llegue a tener, porque quién mejor que ella para prodigarles todo el afecto y los cuidados que desde siempre recibí de ella.

No son fortuitas estas líneas que ahora intento dedicarle. Mi madre me ha demostrado ser tal no solamente por haberme dado a luz o por haberme cuidado desde que nací y lo siga haciendo hasta hoy. Me ha demostrado que es mi madre no solamente porque me ha dado su afecto, su ternura. Es mi madre porque me respeta y me quiere como soy, como el hijo que en suerte le tocó criar. Es mi madre porque en medio de mis noches de confusión sabe estar conmigo y acompañar mi llanto, devolverme la seguridad que en mí siempre ha sido frágil y decirme algo así como ¡si no avanzas sólo te quedará retroceder, entonces recomponte y sigue adelante!

Es mi madre porque soy su hijo, y como tal únicamente puede amarme. Y yo soy su hijo porque amándola puedo decirle gracias y estoy contigo... ¡Te amo mamá!

sábado, 1 de mayo de 2010

¿Qué pasó con Baby Jane?



What ever happened to Baby Jane? que en español se conoció como ¿Qué pasó con Baby Jane? (1962) fue el título de la película producida bajo la batuta del director estadounidense Robert Aldrich (1918-1983) y que reunió entorno a ella a dos de las más grandes actrices de los años del cine dorado de Hollywood: Bette Davis (1908-1989) y Joan Crawford (1904-1977) y basada en la novela del mismo nombre de autoría del novelista Henry Farrell (1920-2006).

Se cuenta que en tanto fueron grandes estrellas de cine ambas rivalizaron ferozmente por acaparar la atención de los medios de comunicación de aquel entonces, una disputa similar a la que enfrentaron -por ejemplo en el ámbito de la ópera- las sopranos Maria Callas y Renata Tebaldi. Estas dos grandes luminarias del séptimo arte se disputaban la condición absoluta de divas de Hollywood. En ¿Qué pasó con Baby Jane? paradógicamente tuvieron la ocasión de protagonizar a dos hermanas separadas por el fervoroso odio que una le tiene a la otra, y fue aquélla la ocasión perfecta para que ambas -tras los parlamentos que debían decirse- se expresaran su más intenso rechazo y enojo.
¿Qué pasó con Baby Jane? nos presenta la historia de las hermanas Hudson. Jane, inmortalizada como Baby Jane conoció la fama y el renombre cuando niña al triunfar en el canto y el baile, al punto de llegar a popularizarse tanto que se tuviera que hacer muñecas con su rostro y nombre porque el público la requería con vehemencia. Con el pasar de los años, Baby Jane deja de ser una niña y empieza a perder su buena estrella. La fama le deja de ser favorable, aún cuando busca hacerse de una carrera como actriz. A la par, Blanche, que de pequeña vivió a la sombra de su talentosa hermana, se verá reivindicada por la vida cuando de adulta sí consiga nombre y fama como una brillante actriz de Hollywood. Para entonces, su buena estrella terminará de opacar el recuerdo de la que alguna vez fuera aclamada por el público: su hermana, la Baby Jane.

Sin embargo, la carrera de Blanche se verá truncada por un intento de atropello protagonizado tanto por ella como por su hermana Jane de manera bastante confusa: Blanche queda inválida tras fracturarse las piernas y desde ese momento deberá vivir bajo los cuidados de la hermana Jane, que si acepta convertirse en su cuidadora personal será solamente porque así podrá seguir manteniendo el tren de vida que siempre conoció gracias al hecho de vivir a expensas de la rica hermana Blanche.

Jane, convertida en una mujer alcoholizada y turbada mentalmente, en su inmenso odio por Blanche, se comprometerá a hacerle la vida imposible al culparla de haberle quitado el sitial que alguna vez tuvo. La mantendrá incomunicada y en permanente estado de ansiedad y temor, al punto de servirle animales muertos en las comidas, hecho que terminará por espantar a Blanche de no querer probar bocado alguno. Con esto sólo conseguirá el paulatino deterioro de su salud física al no contar con una debida alimentación. En su desesperación, Blanche buscará más de una manera de pedir ayuda y no conseguirá mayor éxito: las inoportunas y siempre puntuales apariciones de Jane se lo impedirán.

La locura de la Baby Jane será tal que no dudará en matar a Elvira, empleada doméstica de la hermana, que llegará a enterarse del real y lamentable estado de salud en el que se encuentra Blanche. Más adelante, Edwin, un pianista fracasado que llegará a contactar a Jane tras leer un anunio de periódico en la que ésta busca un pianista que la acompañe en el relanzamiento de su carrera, también conseguirá saber del verdadero estado de salud de Blanche, hecho que alarmará sobremanera a Jane al punto de hacerla huir a la playa llevando consigo a la debilitada hermana. Allí se producirá una asombrosa revelación: no fue Jane quien, envidiosa del éxito de Blanche, intentó arrollarla con el auto, tal como decía la versión oficial del accidente que truncó la gloria de ésta última. Fue todo lo contrario, ya siendo famosa pero aún guardándole cierto rencor por la postergación que le hizo pasar cuando niña, Blanche buscará vengarse de Jane al premeditar un accidente de auto en la que Jane sale bien librada, pero que le causa un daño irreparable a Blanche. Aprovechando la ocasión y la alcoholización de Jane, Blanche hará creer que fue su hermana quien quizo acabar con su vida, pero al saberla su tal, no querrá denunciarla por ello, mas sí condenarla a cuidarla por el resto de su vida.

*
La riqueza de este film radica en la permamente atmósfera de inquietud que gira en torno a las hermanas Hudson. Ambos personajes están perfectamente delineados al punto de conseguir que el espectador llegue a comprometerse, con su propio temor, inquietud y ansiedad, con la trama de la historia narrada. No se puede estar ajeno al dolor y a la desesperación de la indefensa Blanche, que es presa de las consecuencias de aquel acto de insensatez que cometiera cuando joven y que seguramente habría deseado no llevar a cabo porque de esa manera se habría ahorrado posteriores años llenos de malos tratos, de indiferencia y de tormentos innecesarios. Empero, de ambos personajes, al menos a título personal, el que consigue trazarse de manera indeleble en la memoria del buen aficionado de cine es el que encarna Bette Davis al dar vida a la infame Baby Jane, y ello precisamente por el hecho de ser la mala de la trama.

Baby Jane sufre de una terrible nostalgia por el tiempo pasado que fue mejor, no resignándose a asimilar la idea de que el tiempo mismo fue el que se llevó la lozanía de la que gozaba cuando niña y que le acarreó la fama y renombre que la lanzaron al estrellato. No tolera no ser más quien fue y tener que vivir a la sombra del nombre de la hermana, a la que culpa infinitamente por haberla despojado de la gloria que alguna vez conoció. Demás está decir que es solamente la pura envidia la que lleva a Baby Jane a sindicar a su hermana como la responsable de su caída artística.

Por otra parte, al igual que Jane, Blanche alguna vez deseó ser una estrella y abandonar la penumbra en la que se encontraba al vivir soslayada por la fama y prestigio de su hermana. Pero era cuestión de esperar para que una mejor suerte le tocara y le hiciera conocer los éxitos que de niña tanto añoró. Sin embargo, lo que no deja de sorprender es que, habiendo alcanzado esa fama que por siempre deseó, orquestara un fallido accidente contra Jane. Por lo visto, pese a las luces del escenario y de las cámaras de filmación, Blanche aún guardaba rencor hacia Jane por los penosos años de infancia que tuvo que vivir, al estar despojada de un nombre y de todo ese seguimiento mediático que sí conoció Jane hasta abandonar los tiernos años de su infancia.

Jane es el más claro ejemplo de cómo las personas podemos llegar a concentrar en otra una aciaga responsabilidad gratuita de la manera más irracional y nociva. No le basta saber que en manos de terceros estuvo la decisión de no darle más cabida en el ámbito del gran cine. Como estos le quedan bastante lejanos a sus reales posibilidades de acción inmediata, sólo ve en la hermana -que para desgracia suya viera el nacimiento y florecimiento de su carrera durante los mismos años que la otra perdía toda fama- al único sujeto posible de hacerse depositario de sus odios y frustraciones.

Asimismo, Jane concentra todo ese odio en su hermana Blanche para así recordar día a día que hay alguien culpable de que ya no sea quien alguna vez fue, y con ello nuevamente caer en la repetición de que efectivamente en algún momento existió una niña bella reclamada por una gran audiencia y que se fue conocida como Baby Jane. Gracias a este mecanismo sado-masoquista, la Baby Jane consigue prolongar su vida de la manera más tortuosa que pueda existir, regresando a su pasado al volver a las fotografías que inmortalizaron dichos días de felicidad, pero que tras abandonar le causan hondo pesar y nostalgia, malestares que siempre buscará atenuar con la ingesta abusiva de alcohol y que la arrastrarán a la demencia más exacerbada.

La conducta de Jane, sin llegar a ser justificable y tan solo explicable, nos resulta -hacia el final de la película y cuando ésta cobra auténtico desenlace- como el producto de una serie de eventos tristes que pudieron evitarse con el recurso de la sensatez y de la asimilación y aceptación de los propios talentos personales de los que se posee. No siempre podremos ser quienes hoy somos. No siempre podremos vernos como hoy nos vemos. Baby Jane es el retrato más acabado de la resistencia tosuda que se puede poner contra el inexorable paso de los años; es el retrato de quien quisiera congelar la propia vida y reducirla a un periodo de la misma en que se fue grande, reconocido y bello.