sábado, 3 de julio de 2010

¿Y por qué no recordar a tu enemigo?



Desde el año pasado, si no me equivoco, una de las cerveceras más importantes de nuestro país lanza una campaña comercial que pretende celebrar cada primer sábado del mes de julio el Día del amigo. Obviamente a la cervecera le interesa poco la amistad como valor o como manifestación de afecto de una persona hacia otra. Lo que le interesa es vender más y más cerveza con la que cada vez un mayor número de peruanos pueda emborracharse, celebrando una festividad como la antes mencionada. De aquí solamente no puedo encontrar mayor inspiración para escribir un post ya que está más que clara la intencionalidad comercial que tiene la firma.

Sin embargo, pensando un poco en la idea de celebrar al "amigo" yo me hacía la siguiente pregunta: si ya se festeja el 14 de febrero de cada año esa insoportable celebración que se conoce como el día del amor y de la amistad, ¿por qué volver a repetir la misma a estas alturas del año, casi 05 meses después de ya pasada la primera? Empero, la respuesta, para este caso, también es bastante clara y palmaria. Más bien, me decía yo, ¿por qué si ya hay más de una fecha para celebrar la amistad y los amigos, por qué acaso no hay tan siquiera un día fijado en el almanaque para recordar al enemigo? ¿Qué de bueno tendría recordar a los enemigos, o por lo menos a aquellas personas de las que no queremos volver a saber nada más simplemente porque no se portaron bien con nosotros, porque lo único que nos une a ellas son en efecto recuerdos desagradables y que cuando reactualizados, en el peor de los casos, pueden volver a ser dolorosos? ¿Qué de provechoso habría en esto? ¿Quién sería tan masoquista como para permitir semejante cosa?

Bueno, debo confesar que yo soy uno de los no pocos -creo yo- que sí podría encontrar el beneficio en semejante situación. Recordar al "enemigo", a la persona non grata, a aquel que de sólo volver a visualizar en nuestra mente nos produces vascas sí tiene, en mi humilde y desquiciada opinión, algo de provechoso: te hace ver que hay ciertos episodios de la vida ya vividos que fracasaron por n motivos y que te unieron a x personas; que te sucedió tal o cual cosa porque sencillamente no estabas preparado para afrontar un experiencia de tal índole. La vida te agarró desprevenido o desprevenida y pudiste vivir algo que, aunque incómodo o doloroso, a las finales lo terminaste viviendo y ya nunca más, por más que quieras, lo podrás borrar de las páginas que conforman el libro de tu vida. Bueno, estas últimas líneas suenan bastante cursis pero es bueno insertarlas para sazonar este post.

Por ejemplo, ¿qué de bueno tiene recordar una fallida relación sentimental si ésta fue desagradable, penosa, molesta, humillante, ...? En el momento que tú, querido mortal, lo viviste, pensabas que habría habido siempre una solución para cualquier malestar que perturbara el curso armosioso de tu relación de amor con esa persona, pero estabas equivocado. Hoy por hoy caes en la cuenta que todo fue una mera pérdida de tiempo, que las personas no cambian cuando no consideran necesario cambiar, y no cambian porque no se sienten motivadas a cambiar, porque no las motivamos a cambiar.

Esto siempre lo tenemos presente, lo sabemos, pero, ¡ya pues!, necesitamos ocupar en algo nuestro tiempo sino éste se asemejaría a la eternidad, aparte de que no tendría movimiento y terminaría por hastiar. Cuando apostamos por una persona sabemos que, como la ropa que venden ciertas tiendas por departamentos en temporada de oferta por cambio de estación, viene con "fallitas", "defectitos" que más de una vez decimos: "no son muy notorios, nadie los verá", o también "puedo hacer algo por remediarlo y asunto acabado".

Pero no es así. Hay "defectitos" y "fallitas" que por más que lo podamos querer no se van a enmendar jamás. Y lo sabías cuando viviste una relación de amor y pasión con la persona que hoy por hoy detestas y cuyo nombre no quieres volver a oír jamás. Ahora, ¿qué hay de bueno en recordar esto? Es fácil, sabes que los errores que cometiste en el pasado no los deberás cometer nuevamente en el futuro. Recordar a ese "enemigo" te obliga a actualizar un comprimiso personal: "no debo tropezar con la misma piedra otra vez". Claro, esto también, pero además, y lo verdaderamente importante, es que en base a lo vivido, aunque malo, ganaste experiencia y con ella te será más fácil hacerle frente a los días venideros que tiene esta vida. Ya si te equivocas nuevamente y repites los mismos errores es que estás en serios problemas.

Es duro aprender de esta forma, por ensayo y error, la misma que, como más o menos ya se ha visto hasta aquí, consiste en probar más de una alternativa hasta encontrar la más adecuada, efectiva y eficiente, es decir, la solución para una situación determinada o un problema. En el transcurso se va adquiriendo conocimiento, el mismo que le es de vital importancia al ser humano para garantizar su propia supervivencia. Cuando se va camino a probar una segunda alternativa siempre con la premisa de encontrar una solución, el conocimiento adquirido es presupuesto vital para evaluar la alternativa venidera, valioso feedback que nos pre-dispone, si se quiere de manera positiva, a enfrentar la misma sabiendo qué pasos debemos dar y cuáles situaciones debemos evitar.

Finalmente, y ya sin tanto ánimo de sorna, sí es bueno repasar de vez en cuando lo vivido, sobre todo cuando estamos a punto de enfrentarnos a una situación con características similares a lo ya pasado, a modo de esquivar las posibilidades de fallar o de salir perjudicados. Pero pensar con zaña en el "enemigo" es una de las cosas más insanas que se puedan hacer, entre otros motivos, porque desgasta, envejece y afea. Hay eventos de la vida que simplemente deben ser considerados como meros hechos ocurridos, y personas a las cuales tan solo tenemos que ver como simples individuos.