domingo, 20 de mayo de 2012

Un sueño...



¡Cómo quisiera poder devolverte
a nuestra infancia ahora ya lejana
donde saber qué día sería mañana
en verdad que no nos significaba nada!

Un ayer donde fuimos felices y eternos
y jugábamos y nos reíamos y dormíamos
sin temor a ser perturbados por nada...
Sin saber de ansias ni de preocupaciones...

Absolutamente nada podía arrebatarnos
de aquellas amenas estancias que serán siempre nuestras
(nuestra habitación, el patio o los jardines de casa)
y  que fueron testigos infinitos de nuestra inocencia.

¿Recuerdas que eras un niño llorón?
¿Recuerdas que prefería jugar con tus juguetes
para no gastar los míos?
¿Recuerdas que pensaba que eras el favorito
del abuelo y de los tíos?

En ocasiones me oprime una angustia el pecho:
es que me encuentro interpelado -por la vida- como tu hermano.

Quisiera ponerte a dormir, un día
para que recuperases tus energías
y para que soñases cosas diversas, bellas.
Que un día despertases,
abrieras tus ojos verdes, siempre pícaros y seductores,
y vieses que todo a tu alrededor
es serenidad y una mesa familiar
que te invita a cenar algo rico, muy rico.
Mamá nuevamente nos esperaría sonriente
y entonces volveríamos a estar juntos...

Podría decirte tanto
y prometerte tanto
pero prefiero ofrecerte un abrazo 
y un silencio limpio... Sí, limpio y puro
porque decirte ahora otro te quiero
no bastará jamás
para que en verdad sepas cuánto te quiero...