sábado, 23 de octubre de 2010

El vuelo de la mariposa



El 17 de febrero de 1904 el compositor italiano Giacomo Puccini (1858-1924) estrenó en el Teatro alla Scala di Milano una de las óperas que le llevarían a la inmortalidad musical, Madame Butterfly, compuesta en 03 actos y con libreto de Luigi Illica (1857-1919) e Giuseppe Giacosa (1847-1906), dos de sus colaboradores artísticos más fieles. Esta ópera, junto a La Bohéme (1896) y Tosca (1900) conforman la más famosa tríada operática de Puccini, imperecedera y fija a lo largo de ya más de un siglo.

Madame Butterfly cuenta la triste historia de Cio Cio San, una joven geisha que un día decide morir con honor ya que no pudo vivir con honor. Ambientada en Nagasaki, Japón, hacia finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, esta ópera nos presenta el fracaso de un bello idilio, el de Cio Cio San, que no consigue alcanzar la felicidad al lado del hombre que ama y que pensó que alguna vez la amó, el oficial de marina estadounidense B.F. Pinkerton, que a bordo de un navío yanqui llega a su país con ánimos de emprender algo más que una travesía.

Por intermedio de un viejo casamentero de la ciudad, Goro, pacta con éste un matrimonio ficticio con la geisha. Para Pinkerton esto no es más que una aventura ahora que está lejos de su patria, pero para Cio Cio San este matrimonio es una unión de por vida. Al casarse con Pinkerton y defender su amor por él solamente conseguirá el repudio de su familia, que la maldice por traicionar sus costumbres. Pese a esto, Cio Cio San sigue firme en su decisión porque cree estar unida a Pinkerton por los mismos sentimientos. Sin embargo, un aciago final le espera.

Terminada la misión de Pinkerton en Nagasaki, éste se marcha prometiendo regresar. En su ausencia, Cio Cio San lo aguarda fiel, pero ya no lo hace sola sino al lado del niño que le ha nacido, fruto de su unión con el oficial norteamericano. Cio Cio San confía en la palabra del hombre que ama y espera, hasta el día que Pinkerton regresa de la mano de su esposa Kate. Pinkerton no tiene la más mínima intensión de dejar a su legítima esposa; todo lo contrario, junto a ésta optan por pedirle a Cio Cio San que les entregue al niño para criarlo en los Estados Unidos y darle una vida prometedora y más ventajosa. Ante este duro desengaño. Cio Cio San accede a darles a su hijo, de quien se despide afectuosa y dramáticamente. Momentos después comete haraquiri.

Uno de los momentos más celebres de esta ópera lo conforma el dúo que cantan hacia el final del primer acto Cio Cio San y Pinkerton Bimba dagli occhi pieni di malia que contextualiza de manera muy bien lograda todas las promesas que se intercambian los protagonistas de esta historia. El dúo es tan conmovedor y bello como falaces son las palabras de Pinkerton e ingenuas las esperanzas de Cio Cio San. Su candidez contrasta con la belleza que le caracteriza, que no pasó desapercibida a los ojos del oficial de marina Pinkerton, y que le merecieron a la joven geisha el sobrenombre de Butterfly. Sin embargo, nada de esto basta para conseguir que Pinkerton pueda verla como algo más que una simple aventura. Su poder de seducción es tal que obtiene en la primera noche con Butterfly lo que buscaba: despojarla de su doncellez. Ella se la entrega porque lo ama y porque cree que él la ama. Por un error tan grande como éste terminará pagando con su propia vida.

Hacia el segundo acto de la ópera, es igualmente desgarrador oír el canto que entona Butterfly con el aria Un bel dì vedremo dejando libre al viento su más ardiente exclamación de querer volver a ver al hombre que un día le dijo que la amaba. En lo más profundo de su corazón cree que vendrá a hacerla feliz. Ella saldrá a darle el encuentro no bien vea que su navío llega al puerto, y ansiosa esperará que él diga su nombre a lo lejos: Butterfly. Ella no vacilará en recibirlo, aunque tímida, con el corazón a poco por detenerse ante la emoción de saberlo nuevamente con ella, recordando todas las bellas palabras y nombres de amor que le daba cuando le decía que la amaba. Ella lo espera.

Lamentablemente para Butterfly esto no pasa: Pinkerton regresa al lado de Kate, su verdadera esposa, y así ella termina de abrir los ojos y apreciar en toda su magnitud la gran mentira que vivió. La sensación de sentirse indigna de todo, de todos y de ella misma la llevan a no poner obstáculos ante el pedido de Pinkerton de querer llevarse al niño que les ha nacido de su unión carnal. El dejar partir a su hijo significará preservarlo del descrédito que podría esperarle luego de muerta la madre. Butterfly lo despide con Tu, piccolo iddio y a este punto ya no hay palabras para expresar la conmoción que se puede sentir por la escena tan dramática que se tiene ante los ojos. Butterfly muere para que su hijo pueda irse, sin que mañana más tarde él pueda sentir remordimientos por el abandono de ésta. Es una separación difícil: Butterfly ya es madre y solamente le pide a su hijo -en ese momento- que conserve en su memoria un ligero rastro de su rostro, del rostro de la madre que ya no tendrá más.
El intento de intervención de Pinkerton llega tarde, y la muerte arrebata de este mundo a Butterfly, que en su afán por respetar la última de sus tradiciones, opta por morir con honor al reconocer que no pudo vivir con honor.

Solamente para graficar esta última escena paso el siguiente link http://www.youtube.com/watch?v=Uv3iYSwlz-M con la interpretación de la soprano búlgara Raina Kavaivanska (1934) en el papel de Butterfly.