domingo, 18 de septiembre de 2011

Memoria de un proceso



Tus preguntas
hoy son mis preguntas...
Tus respuestas
se han vuelto las mías
y sin quererlo te he evocado
con tus causas justas
y tu voz aguda y chillada.

Pienso lo que pensabas
o presumo que me aproximo
a tus ideas de hace tres años.
Me asombra
ver que en cierto modo
veo el mundo desde una perspectiva
más completa, te digo... Pero
también me asombra saber
que recién hoy lo veo así.

Espacios llenos de silencio
colman nuestras distancias
y no tengo cómo redimirme ante ti.
Sé que estás bien
y sé que hoy debió ser ayer... Deseo.
Son otras
las aguas que corren por este río
cada vez menos diáfano.

Con cada paso de un abril
me acerco más al buen hombre
que siempre he querido ser.
En medio de una labor cotidiana
lo voy forjando poco a poco.
Sé que voy a terminar mi obra
algún día
que no será mañana. Cuando acabe
daré un respiro más y partiré.

Quiero un legado
al mundo dejar
y que éste compromiso váleme una vida.
Por momentos quiero
un sendero duradero
porque esta obra acabarla debo.

Debiérasenos dar control pleno
de cada jugada y movimiento
y así el círculo terminaría de cerrarse.

Afán inútil por querer prolongar
lo que ya no tiene sentido de ser
simplemente porque ya no es
y no puede ser nunca más.


Nota:
Éste es otro de esos poemas que escribí llevado por un asalto de inspiración el domingo 11 hacia la medianoche, en la tranquilidad de mi dormitorio e iluminado por una luz cálida y amiga.