domingo, 21 de febrero de 2010

Claire Riveau



Isabella, mujer enamorada (1999) fue la tercera telenovela lanzada al aire por la desaparecida América Producciones. Historia de época ambientada en los años 20 del siglo pasado, se basó en la también telenovela argentina Manuela (1991) protagonizada en aquella ocasión por la actriz venezolana Grecia Colmenares, a su vez inspirada en la versión brasileña de título La sucesora (1978), encarnada en aquella oportunidad por la talentosa Susana Vieira.
Isabella, rodada en Perú y en algunos escenarios de Europa, fue protagonizada por la actriz mexicana Ana Colchero (1968) que dio vida a los personajes de Isabella Linares así como a la antagonista, Claire Riveau, la hermana gemela de la anterior en la trama.

La historia empieza en una hacienda algodonera, donde Leandra, una bella campesina, se ha enamorado de Andrés Linares, hijo de un próspero hombre de campo, que a su vez está casado con Rosario, mujer a la que no ama por ser estéril. Leandra y Andrés inician un romance, cuyo resultado será el embarazo de Leandra del que nacerán las gemelas Isabella y Clara. De esto sabrá Gertrudis de Linares, madre de Andrés, y no aceptando a Leandra por su condición de sirvienta, decide arrebatarle una de las niñas, de modo que ésta pueda ser criada por Rosario y así evitar el fracaso matrimonial de su hijo.
Leandra encontrará refugio en la mansión de Madame Riveau, a la que le entregará su hija con el objetivo de que la críe, le dé un nombre distinguido y educación, con el pacto de que años más tarde, cuando Clara creciera, se le revelaría la verdad de su origen.

Casi 20 años después, Clara regresa del extranjero alarmada por el estado de salud de su presunta madre, quien antes de morir le revela la verdad, cambiando para siempre la vida de Clara, que tras la muerte de Madame Riveau queda en la ruina total, consiguiendo salvarse de la misma gracias a su matrimonio con el millonario Fernando de Alvear. En su afán por retenerlo, y luego de enterarse de no poder concebir, trama junto a Leandra la supuesta esterilidad de Fernando, y desde ese momento madre e hija no hacen más que destruirlo emocionalmente.
Tiempo después, en Europa, Fernando conoce a Isabella, la gemela desconocida de Clara, de la cual se enamora, y tras un muy oportuno accidente de aviación en la que aparentemente Clara pierde la vida, Fernando la desposa, llevándola a vivir a su casa en medio de la admiración de todos al ver una mujer similar a la aparentemente difunta Claire Riveau.
Sin embargo, Clara no ha muerto. A dicho accidente sobrevive, pero severamente desfigurada, no pudiendo entonces regresar a la mansión y reclamar sus derechos como legítima esposa de Fernando. Entonces, consigue refugiarse en la buhardilla de la casa y desde allí maquina su plan de venganza contra Isabella, en la que no ve a una hermana sino a la que le quitó el lugar que siempre le correspondió. Su plan será enloquecerla apelando a su propio supuesto fantasma que no la deja en paz, pero que de tanto en tanto regresa para atormentarle la vida.

Para alcanzar su objetivo, Clara no escatimará ningún esfuerzo, llegando incluso a matar fríamente a cuanta persona se le interponga en el camino y después culpar de las muertes a su propia madre, Leandra, a la que siempre despreció por la verdad que desde un inicio le cayó y por la mentira de vida que le hizo vivir al lado de Madame Riveau.
Finalmente, y tras corregir su rostro desfigurado con una exitosa operación, Clara regresa a reclamar su lugar y fingiendo querer acercarse a su hermana Isabella, que llega a quedar embarazada. Fernando, creyéndose estéril, la desprecia y Clara ve por un momento retomado su sitio al lado de Fernando. Sin embargo, la verdad sobre el engaño de la esterilidad, así como la responsabilidad en las varias muertes ejecutadas por Clara salen a la luz, y ella, en un fallido afán por acabar con Isabella y Fernando intenta, a la una envenenarla sin éxito y con el otro morir en medio de un incendio. Pero es Leandra quien termina acabando con la vida de su propia hija, con la cual morirá rodeada por las llamas del incendio provocado por Clara.

*

Debo decir que Isabella fue una novela que, pese a las críticas que en su momento pudo recibir como producción, me cautivó bastante. Su repetición por Panamericana Televísión me permitió revivir aquellos capítulos que años atrás no pude llegar a ver en su total integridad, pudiendo solo ahora comprender una rica historia como la que la telenovela propone. A mi modo de ver, la novela se llama Isabella porque debe llevar el nombre de la buena y no el de la mala. Empero, Clara también vive un drama igual o más terrible y doloroso que el que pasa Isabella: Clara, de un día para otro, descubre que sus padres no son sus padres, y que el nombre que tiene no es suyo. Que la mujer a la que siempre vio como su sirvienta es su madre, que en un falso arrebato por querer darle una vida feliz la entrega a una mujer desconocida para que la críe en medio de lujos y refinamientos, y con ello suponer que será feliz. Siendo así, si Leandra quería la mayor felicidad para su hija, ¿por qué decide contarle la verdad? Con ello sólo ocasiona la desgracia existencial de la persona a la que ama o dice amar.

Clara no es mala por vocación. La novela arranca y poco a poco vemos cómo, tras los hechos dolorosos que empieza a vivir, va dejando de lado sus escrúpulos con tal de no perder nombre, glamour y riqueza. Pero por sobre todo, se aferra a Fernando -a quien no amaba desde un principio- obsesionándose con él y buscando retenerlo a su lado porque en él encuentra a la mayor de las personas que pueda rendirle idolatría. Así, Clara consigue suplir una ausencia de identidad con una presencia afectiva. A través del "amor" de Fernando ella espera volver a ser Claire Riveau.
Clara llega a hacerse una mujer fría y calculadora, cínica y sin cortapisas a la hora de proponerse alcanzar sus objetivos. Antes que su propia sangre (Leandra, su madre e Isabella, su hermana), está ella y su imperiosa necesidad de rearmar los trozos de su historia de vida. Tras vivir comparándose a Isabella, a quien odia por haber conocido el auténtico calor de un hogar, al lado de sus padres y siendo así feliz, llegará incluso a querer morir al lado de ese único hombre del que se obsesiona y a cuyo lado cree poder encontrar la realización.

Por momentos, siempre a lo largo de la trama, parece que vemos a una Clara que más que odiar a quienes le han mentido, se odia a sí misma, por no ser quien dice ser y por desear ser quien no es. Ambas hermanas fueron víctimas de la ironía del destino: cualquiera de las dos pudo haber sido la otra tras esa violenta separación que sufrieron cuando recién nacidas. De haberse criado juntas otra habría sido la historia que habrían contado. Hacia el último capítulo de la novela, Clara le abre su corazón a Isabella y le confiesa que alguna vez su fantasía fue ser la que se quedó en medio del calor de hogar que conoció Isabella, rodeada por la tranquila vida del campo.

Es por todo ello que yo pienso que la novela se habría tenido que llamar Claire Riveau, como hoy se intitula este post, pero como hay ciertos convencionalismos que respetar, jamás la novela habría podido tener tal nombre, no quedando otra alternativa que ponerle el nombre de la buena a la historia, aunque quienes somos amantes de las buenas historias de telenovela, sepamos que la Colchero consigue crear un complejo y magnífico personaje al darle vida a Claire Riveau, que de lejos es una figura psicológica y teatralmente más lograda que la simplona pero buena Isabella, mujer enamorada.

Para quienes no tuvieron oportunidad de ver Isabella, les alcanzo este link donde pueden encontrar íntegros los 140 capítulos que componen su trama.