Nívea
te presentas implacable...
Absorto
te creo insondable...
y ya me veo a pensar
cómo corromper la distancia
que de ti me aleja...
Pienso
cómo someter tu pureza
a mi voluntad firme y dúctil.
Ánimo
encuentro en el ver mi recurso
que consigue el milagro de una epístola.
Ésta se forja
en versos que trato de esculpir
con la sola ayuda de un lápiz
llevado a voluntad por mí...
¡Ataco!
Mis armas que no hieren
van trazando tu forma sensual.
Me deleito
al verte nacer y crecer y completar tu ser.
La melodía que te doy
ya se hace tuya, no más me pertenece
y entonces he dejado de ser tu dueño...
Otros
recurrirán a ti
y en el más dichoso de los casos
maravillados quedarán
por la sensualidad que te perfila.
¡Quédeme
el crédito de haberte dado vida!
Y de tu creador
me vuelvo tu compañero...
Estás suspendiendo mi soledad
y me conforto en el hecho de ver
tu despliegue acompasado.
Me das
tu color humilde que acaba
con la sombra reinante en mis cuatro paredes.
Sé bien
que tú no me vas a fallar
porque en tu estruendo de verbos y líneas
solamente a mí me diste tu candor primero...
Al menos lo creo así
aunque luego otros te lean, poesía...
¡Te volvieses vida!...
¡Así quisiera!
Pero como la reunión de palabras que eres
es como más te prefiero...
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