domingo, 23 de enero de 2011

El caballero del sol

Pablo Picasso (1881 - 1973). Don Quijote (1955).

Para don Quijote la justicia es una de las virtudes más deseadas, el ideal más explícito que le mueve a salir en aventura y cuyo significado lo tiene claro: dar a cada uno lo que le pertenece. Antes de abandonar su sedentaria vida de hidalgo, Alonso Quijano había leído muchos libros de caballería, libros que entendían la misma como las valerosas hazañas del caballero hechas en nombre de Dios o de un rey o emperador al que se le tributase reverencia.

Quijote marca, pues, la diferencia: sale al mundo y se aventura en él pero no para tributar lealtad ni dar homenaje a ningún soberano o deidad -como por ejemplo sí lo hace el Cid Campeador. Quijote sale al mundo a deshacer agravios y enderezar tuertos. La suya es una misión netamente social. Hay todo un mundo con abusos que mejorar y deudas que satisfacer.

Quijote se ha fijado restablecer los desequilibrios de su sociedad y las razones que lo orillan son bastante claras: aumentar su honra, servir a su patria, ejercitarse en el arte de la caballería, deshacer todo género de agravios, ganar eterno nombre y fama y ponerse en todo tipo de peligros. Y Quijote entiende el honor como una institución social necesaria y reconocida que es vista como una condición inherente al hombre pero también respaldada por la sociedad entera que da testimonio de la misma.

Así, si bien es cierto que todas las personas podemos aspirar al honor no menos lo es que el mismo conseguirá forjarse gracias a la opinión que los demás tengan sobre uno. De este modo la cuestión no queda restringida a nuestra mera voluntad. El consenso social determina el reconocimiento que se nos pueda dar, y Quijote lo busca en base a emprender múltiples hazañas de las que pueda salir valeroso y le den un nombre.

El honor, luego, trae la fama y los hechos que permiten granjearse la misma se enmarcan en la lucha del bien contra el mal. No olvidemos que un personaje como el Quijote maneja un código ético y moral bastante bien cimentado de modo que no puede vacilar a la hora de alcanzar el bien y desterrar el mal. Este basamento formal es la principal herramienta que nuestro caballero del sol tiene para hacer que la justicia se abra paso en medio de la confusión y el abuso o la ilegalidad. Quijote tiene claro que el mundo está necesitado de un hombre justiciero, y él se ofrece como tal consiguiendo con ello elevarse a la categoría de héroe.

A este nuevo tren de vida que asume Quijote se contrapone aquel otro que deja atrás y en el cual había estado sumergido por casi 50 años hasta el día que decide salir al mundo. Fueron 50 años en los que Alonso Quijano no había logrado sentir emoción por la vida. Todo este tiempo madura con las lecturas de caballería hasta el día que abandona su apacible vida de hidalgo, toma una armadura, le pone nombre a un caballo y se busca un fiel escudero. En esta nueva empresa hay sin lugar a dudas la motivación de vivir una vida más plena y que realice, y eso es lo que le faltaba a Alonso Quijano. Encontrarla ciertamente ya lo hace feliz.

Es por esto y muchas otras cosas más que el ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha se vuelve un ícono universal de la consecusión de los más altos ideales y del emprendimiento de un proyecto de vida anhelado por tiempo y que se decide llevar a cabo movido nuevamente por ideales excelsos y sin parangón: justicia, amor, honor, fama y felicidad estan conjugados en cada una de las aventuras de este personaje universal, que más allá de su aspecto magro y semblante triste puede llegar a seducir y a inspirar todavía hoy como pocos personajes del mundo de las letras que jamás se hayan concebido por autor alguno.


* Notas tomadas del libro Deshaciendo agravios. La idea de justicia en el Quijote de Ángel Pérez Martínez.

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