No se puede hablar del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha sin pensar en su fiel e incondicional escudero Sancho Panza. Éste es uno de aquellos duetos imposibles de no ser pensados como tal en el universo de la literatura. Un vínculo que une a dos personajes y que es el de la amistad, particular de acuerdo a la naturaleza de la relación que los une y fijo en el tiempo de las letras y de la poesía.
La amistad entre Quijote y Sancho no arranca desde que ambos se conocen o menos sino desde el momento que Sancho entra a ofrecer sus servicios a Quijote alistándose como su escudero en tanto que el primero ha abandonado el reposo de sus días y ha decidido perfilarse como un valeroso caballero. Asimismo, y en esta primerísima etapa, lo que los une es una relación de contraprestación, de utilidad y de interés visto que Quijote le promete a Sancho el gobierno de una ínsula a cambio de que le acompañe en sus aventuras. Sancho acepta y tiene presente el cobro de esta promesa el cual -conforme avance el desarrollo de la novela y se vaya enriqueciendo la unión entre ambos personajes- se irá redefiniendo hasta que podamos hablar de un lazo amical.
En efecto, entre ellos media un acuerdo material que deberá ser cumplido: hay la existencia de un contrato, o al menos de un acuerdo verbal que ambos quieren honrar con la palabra. La ganancia se presenta mutua como mutuos serán los esfuerzos a emprender. Sin embargo, más allá de lo inicialmente pactado ambos irán a dar más de sí conforme vivan diversos episodios. Teniendo en cuenta que a Sancho tocará ejercer el gobierno de una ínsula es que Quijote desempeñará un rol pedagógico que sirva a su menudo colaborador no bien gobierne esa ínsula que jamás gobernará. Sabemos que el poco juicio de Quijote es palpable, pero esto no lo exime ni le incapacita de poder aconsejar a Sancho sobre cómo cumplir con su imposible cargo. A este fin es que le hace saber que han de servirle entendimiento y valor para llevar a cabo un gobierno justo y productivo. Quijote depositará en Sancho todo un compendio de sabiduría popular y de tradición de gobierno imperantes en Occidente. Y este proceso de crecimiento de Sancho se entiende en un contexto netamente comunicativo donde impera el diálogo.
A continuación, y siempre tomando como referencia el libro de Ángel Pérez Martínez Deshaciendo agravios, La idea de justicia en el Quijote iremos comentando cómo es que "evoluciona" la relación entre Quijote y Sancho hasta poder hablar de un vínculo amical entre ellos.
a) El hidalgo y el labriego.-
Este es el primero de los tratos que conocemos se da en ambos personajes. Es un tato puntual basado en el respeto mutuo y en la eventual prestación de servicios que Sancho pudiera darle a Alonso Quijano y no a Quijote. Será en el segundo estadio que este vínculo recién naciente empezará a redefinirse. Ésta por ahora solamente es una relación de vecinos que apenas se conocen.
b) El caballero y el escudero.-
El tema de la caballería viene a fijarse como contexto dramático de interacción. Sancho consigue comprender los límites y obligaciones del mundo de la caballería y del rol que le asiste gracias a Quijote, que le transmite sus conocimientos recogidos de las lecturas de aquellos años de quietud como Alonso Quijano. Con todo, Sancho tendrá la mejor de las escuelas de caballería al lado de nuestro disparatado personaje.
Un hecho particular que le da un sello indeleble a este segundo estadio de su relación radica en que Sancho hable más de la cuenta, o simplemente que hable. A diferencia de los modelos de relación caballero-escudero de los que había leído Quijote, Sancho desborda en elocuencia. Tiene mucho que decir pese a su escasa formación, la misma que en ningún momento lo relega a la insensatez o la terquedad. Manteniendo a cada instante el respeto por su amo se acerca a éste y ello indefectiblemente a través del diágolo, que empieza a dejar ver que la única distancia que los va a separar será la de sus respectivas monturas. De otra parte, y conforme el trato crece y Sancho se percata de las fantásticas cosas que dice y hace Quijote, nuestro menudo amigo dejará de tomar al pie de la letra todo lo que le diga el Caballero de la Triste Figura. El cada vez mayor tiempo que comparten juntos y la cercanía que ya se da entre ambos le hace ver que Quijote no siempre reposa sus juicios de ser y de valor sobre la realidad.
c) El maestro y el discípulo.-
Este estadio de la relación refuerza algunos aspectos ya comenzados en el precedente. Sancho ha de necesitar una persona con conocimiento y buen tino que le aconseje sobre como ejercer el imposible gobierno de una ínsula. Aquí el rol primordial de Quijote es el de pedagogo, y en su afán porque Sancho comprenda lo que nunca habrá de hacer es que irremediablemente el vínculo se estrecha. Las distancias nuevamente son reducidas por la comunicación de ambos.
Entre los consejos que Quijote da a Sancho se cuentan algunos lo bastante interesantes como para referirlos ahora y que forman parte del imaginario de la época en que se escribió la novela. He aquí algunos de los consejos del alma:
- Temer a Dios.
- Gobernar con suavidad y prudencia.
- Compadecerse del pobre.
- Decir la verdad.
- Ser compasivo y piadoso.
Estos y muchos otros consejos más señalan las diferencias de las condiciones sociales de los tiempos de Cervantes. Además remarcan las tantas taras de la naturaleza humana y las sempiternas debilidades que los hombres tienen a la hora de sentarse a ejercer el gobierno. Del mismo modo, se inspiran en una lectura profunda de la cotidianeidad de la existencia de las personas.
d) Los amigos.-
A estas alturas el reclamo inicial de la promesa que Quijote alguna vez le hizo a Sancho queda definitivamente soslayado. Sancho está plenamente consagrado a la aventura y los peligros que pueda encontrar al lado de su amo. Se comprende cómo es que llegan a este nivel de proximidad gracias -nuevamente- al diálogo que siempre los acerca. En todo momento de la novela el mismo los estuvo aproximando cada vez más, hasta el momento en que Alonso Quijano recupere la cordura y muera no sin estar infinitamente agradecido por todo lo que Sancho hizo en su favor al seguirle en medio de su insanía.
El instaurador de una realidad así de posible fue desde el comienzo don Quijote, que se valió del diálogo para enseñar, precisar y escuchar. El diálogo propició que ambos se conocieran más y que llegaran a tenerse un afecto noble que ha quedado corroborado en las tantas veces que Quijote llama a Sancho "amigo". Sin embargo, claramente esto no basta para decir que hay un vínculo amical entre nuestros personajes. Tal amistad se ha ido configurando gracias al nivel de avanzado conocimiento que tienen el uno del otro, a la comprensión de las enajenciones ajenas y al reconocimiento de los buenos espíritus que tienen.
Por su parte Sancho, si bien no llama de "amigo" a Quijote -y esto no por considerar el desnivel social- le tiene como tal al reconocer en su amo la compañía y consejos dados como el arrojo y el valor que nunca han dejado de caracterizarlo. Sancho ha comprendido los procesos discursivos de su señor y la lógica que signa su lectura de la realidad y de las personas. Así es que llega a aceptarlo y a guardarle afecto.
Con esta novela, Cervantes presenta la dinámica y movimiento de una relación que deja de ser un convenio conmutativo para devenir una amistad profunda, remarcándose la imagen de Sancho como ejemplo de sensatez al haber respetado y escuchado a su amo a pesar de sus disparatados errores cometidos.
La amistad de Quijote y Sancho se hace finalmente universal e imprescriptible al ser esencialmente desigual luego de pensar que fueron desde el inicio tan solo señor y escudero respectivamente.
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