Cuando tenía 16 años, edad en la que tomé mayor contacto con la literatura y todos sus géneros, empecé a escribir poemas y cuentos diversos, destinados a varias personas e inspirados por sucesos particulares que conmovían mi vida. En ese entonces escribir ya era para ní una delicia, más aún porque lo hacía sin premuras ni presiones externas. Escribía cuando quería, más o menos como lo hago ahora, y escribía un poco de todo.
Hace unos días le pedí a mi madre que sacara del baúl de los recuerdos aquellos poemas que le escrbiera cuando era un adolescente enamoradizo y soñador. De entre los muchos poemas que desempolvó para mí pude encontrar los que a continuación publico. Lo hago a manera de salvar del olvido aquellas líneas que en un momento de mi vida se escribieron en tanto que yo soñaba con castillos en el aire y con la princesa de mis sueños. El traer a la actualidad estos poemas también significó recordar pasajes de una vida, la mía, que ya no volverán y que con este gesto se fijan todavía más en mi memoria, y así afirman la existencia de una pasado que fue lindo y que siempre permanecerá en mi mente, como una fotografía que no pierde color con el paso inexorable del tiempo, o como una melodía y su partitura, siempre con las notas bien escritas sobre el pentagrama y esperando revivir con una nueva reposición de su línea musical.
Para recordar
Sea la fe lo último que pierdas,
mira que con ella mueves montañas.
No claudiques ante una empresa a iniciar
que los grandes movimientos no se forjan
de la noche a la mañana.
Pero con fe, paciencia y esperanza
todo es posible conseguir.
Tu corazón no se encuentra solo,
nos tienes aquí, junto a ti
que te queremos y no te abandonaremos.
Procura llevar bien esta jornada,
con buen tino y sin errar.
Mira que este mundo es camino para el otro
que es morada sin pesar.
No devuelvas el cambio con mala moneda
y ten en cuenta que el Eterno administrador
pasará revisión de sus obreros
viendo quién supo hacer lo correcto
en su empresa que es la Vida.
No hay tiempo adverso
El tiempo puede parecer adverso
pero yo a manera de verso
te haré ver lo contrario.
Son cuántos los que a diario
nada que comer tienen en la mesa
y usted a Dios le reza
pidiéndole modere su castigo.
Pues, deje que me coma un higo
ante baladí tontería.
Mira que me caso con mi tía
en contra de tal estupidez.
¡Vamos!, a dejar la tosudez
y a mirar de manera positiva.
Sabes que Dios nos aviva
a seguir adelante.
Seamos como el poeta, Dante
y vamos a escribir un verso
que no hay tiempo adverso.
Valen las gracias
¡No sabes cómo doy gracias a Dios
por tener una madre tan abnegada
que con su amor, cariño y besos
cubre a sus hijos cuando hay marejada!
¡Quién como tú que jamás podrá fallar!
¡Quién igual a ti, comparación no se puede hacer!
Porque como tú mujer no podrá haber,
una similar no se podrá encontrar.
Con tu esfuerzo y ardua dedicación
estáte segura que ingratos no te seremos...
Nos formaremos en valores y educación.
Porque muy bien sabes que te queremos
y al oído te susurraremos una oración
y con amor en nuestros brazos te estrecharemos.
Otro soneto para mi madre
Madre, la palabra más sublime que un hijo pueda pronunciar
cuando por ejemplo el calendario marca el Día de la madre
o cuando por alguna causa especial a celebrar
se le conmemora por su doble esfuerzo de madre y padre.
Madre, palabra sublime que jamás se debe denostar
y ¡ay! de aquel que temerario se crea y lo haga,
ganado el castigo tendrá por haber querido osar
faltar a una madre, forma celeste y del hijo maga.
Madre, palabra sublime que muchos no pudieron pronunciar
porque la vida, severa y rigurosa impidióles...
O porque otros, malditos hijos, se negaron a querer.
Pero la conciencia es una voz que no se puede apagar
y porque mañana, al ir a sus funerales
verán a la madre que por tercos no pudieron aprovechar.
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