Andrea Bocelli tiene la capacidad de sorprender a su público con cada nueva entrega musical que hace. Passione, su más reciente entrega, corrobora lo que digo. A la par, Bocelli nos demuestra que posee un talento vocal que le permite cantar los más diversos repertorios de música clásica romántica con una ductibilidad e intimismo únicos y que son seguramente la envidia de más de un cantante de nuestros tiempos.
Con Passione, Bocelli hace un increíble derroche de musicalidad. Ha sabido escoger con inteligencia cada una de las canciones que se contienen en este álbum. El acompañamiento musical -exquisito sinceramente- y su voz etérea y siempre joven y fresca tienen la capacidad de transportarnos a un paraíso inimaginable, permitiéndonos evocar más de un recuerdo, porqué no, acompañado de sentimientos con historia. Historias siempre de amor, de desamor, de olvido y de reencuentro. Sin lugar a dudas, que podamos experimentar mil y una sensación de este tipo solamente es producto de la voz de Andrea Bocelli.
Passione arranca con la inmortal Perfidia y particularmente debo confesar que quedo atrapado por su perfecta pronunciación del español. Esta idea la corroboro cuando escucho su interpretación de la igualmente eterna Quizás, quizás, quizás, donde se hace acompañar por Jennifer López, quien brilla con sus notas agudas aunque -valgan verdades- debe mejorar su pronunciación de la letra erre española, con la cual ciertamente, no está muy familiarizada.
Si con el español Bocelli encandila, con el portugués seduce. Así se puede apreciar al escuchar su interpretación de Garota de Ipanema, Corcovado y Tristeza. Las menciono en este orden porque en este orden las prefiero. La primera tiene la capacidad de trasladarnos a las tierras brasileñas llenas de seducción -y por qué no decirlo- de lujuria muy propia de aquellos lares. La segunda y la tercera, si bien atrapan con sus suaves melodías, tienen partes cantadas en otros idiomas (Corcovado, un fragmento en inglés, y Tristeza, un fragmento en italiano) que a mi parecer son innecesarios. Habrían podido lucirse más si hubiesen estado igualmente cantados en portugués. El valor agregado, que sólo alcanza una de estas dos últimas, lo tiene Corcovado, que Bocelli canta a dúo con Nelly Furtado. ¡Estupenda voz!
Continuando, Bocelli nos ofrece When I fall in love y Love me tender. ¡Todo un encanto! Se presentan como un contraste al exotismo de las canciones en portugués desde el momento que generan una atmósfera de intimidad y delicadeza. El compás pausado y las notas dulcemente cantadas por Bocelli hacen una de las principales delicias de esta entrega, donde particularmente he terminado amando la lengua inglesa.
Un valor adicional que tiene Passione es el de rendir tributo a una grande de todos los tiempos, a una diva y su tormento de amor: Edith Piaf. Con La vie en rose uno desea estar en Francia y no pertenecer a ningún tiempo que no sea el tiempo de l'amour bohemien. Bocelli nos devuelve a la Piaf con esta interpretación, la rescata de un imposible olvido y nos hace desear un abrazo, un beso, una complicidad...
La segunda otra mitad del disco, indudablemente y como tiene que ser, nos trae canciones tanto en italiano como en napolitano. Las canciones en italiano, a mi parecer, se encuentran encabezadas por el que ha sido un gratísimo descubrimiento musical para mi. Hablo de Love in Portofino, poseedora de una melodía y un mensaje de esperanza:
I found my love in Portofino
perché nei sogni vedo ancor
lo strano gioco del destino
a Portofino m'ha preso il cuor...
Non è più triste il mio cammino
a Portofino... I found my love...
El violín que con sus notas de acompañamiento atraviesa toda la línea musical estremece, aún más cuanto más se acerca al final de la canción. Sin lugar a dudas, Love in Portofino es la más preclara expresión de la satisfacción amorosa y su conquista... Basta solamente volver al último verso para que no haya lugar a suspicacia alguna. Seguidamente, otras de las 7 canciones italianas que más me han gustado son Champagne, así como también A mano a mano y Senza fine. Las coloco en este orden porque los sentimientos que cantan van desde el abismo de la derrota amorosa a la satisfacción de la pasión, en medio de un estallido emocional propio de quien está enamorado.
Champagne es la canción de todo aquel que algo ha perdido en el campo del amor. El perfecto himno a la imposible dicha por separarse de alguien que se ha querido tanto. La canción describe a un hombre apenado por ver a la mujer que amó ahora en brazos de otro. Con la finalidad de calmar un dolor, éste recurre a la bebida, al champagne: "Cameriere, champagne...". Y el tarareo de Bocelli que sigue a continuación es un delirio de sufrimiento. ¡Amo mil veces esta canción cada vez que la escucho!
A su vez, A mano a mano ofrece un dolor más controlado, más pensado incluso. Pero que en medio de esa presunta racionalidad del sentir quiere abrir una esperanza:
Può nascere un fiore
nel nostro giardino
che il vento crudele
non potrà mai gelare...
Y qué decir de Senza fine, donde Bocelli consigue transmitir un mensaje acabado del hombre romántico, donde queda patente que el amor es una locura que lo arrastra todo:
Senza fine
tu trascini la nostra vita...
Finalmente, las canciones napolitanas: Malafemmena, Anema e core y por último Roma nun fa la stupida stasera. Las tres tienen un efecto conmovedor, cautivante en medio de ese derroche de delicadas frases de angustia y estremecimiento. De las tres, en lo personal, he valorado más Malafemmena. Ésta es el parangón de la canción del amante doliente que uno encuentra en Champagne. En ella se expresa la confusión de sentimientos de aquel que ama y ya no ama (o no quiere amar más) al mismo tiempo. Debo decir que al escucharla recordé el verso de Pablo Neruda en su Poema 20 "Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero".
Malafemmena nos involucra en el pesar de un hombre que ha sido engañado por una mujer dulce como el azúcar, pero que se vale de su rostro de ángel para engañar. Se le quiere y/o se le odia, pero definitivamente no se le puede olvidar. ¡Bella canción! Nuevamente he reiterado mi admiración por la canción tradicional italiana y su factura poética, que la dota de universalidad y la hace clásica, imperecedera y objeto de inspiración.
Passione, como lo dije al inicio, es un disco para enamorarse, para soñar con el amor y para recordar lo que se amó y a quien se amo. Andrea Bocelli nuevamente sorprende con esa infinita capacidad para tocar nuestras fibras más íntimas y hacernos partícipes de todo lo que canta y de todo lo que siente al cantar. Y todo este milagro de la melodía y la emoción es posible gracias a canciones sublimes y estremecedoras escogidas con inteligencia, un acompañamiento orquestal impecable y una voz como la de Bocelli, que canta con el alma y con el corazón.